La iglesia que nació para hacer sombra a la catedral
El cardenal Pacheco quería ser enterrado en su natal Ciudad Rodrigo y mandó levantar la iglesia del Sagrario como panteón. Para ello se trajo a operarios de El Escorial, que reprodujeron el monasterio a pequeña escala
La iglesia del Sagrario es uno de los ejemplos más destacados de arquitectura religiosa de Ciudad Rodrigo. «Es el mejor edificio de estilo herreriano de toda la provincia de Salamanca», aseguran desde la Delegación de Patrimonio de la diócesis mirobrigense. Su nombre oficial es iglesia del Sagrario de la Catedral, aunque también es conocida como la de Cerralbo, o la del cardenal Pacheco, dos acepciones que se remontan a sus orígenes. Una de las capillas de la catedral era un panteón de la familia Pacheco, que quiso alargar el espacio de la misma para que uno de los miembros más ilustres de la estirpe, el cardenal Francisco Pacheco, natural de Ciudad Rodrigo y arzobispo de Burgos, fuese enterrado en un lugar privilegiado. Pero los canónigos no dieron su permiso. Así que el obispo pidió autorización al Papa Pío V para construir su propia iglesia y ser enterrado en ella. Al lado de la catedral. Que le hiciera sombra. Autorizado desde Roma, comenzó la construcción en 1585 y finalizó en 1687.
«El templo es una construcción sólida, con planta de cruz latina y una sola nave», explican desde la delegación. Fue diseñada por Juan de Valencia, un discípulo de Juan de Herrera que trabajó con él en el monasterio de El Escorial, motivo por el que hay una clara filiación entre ambas construcciones. «De Valencia, cuando termina en El Escorial se viene aquí, contratado por Pacheco, y se trae albañiles, aparejadores y operarios que estaban trabajando en la obra real». Se puede decir que «esta iglesia es una copia literal, a menor escala, del monasterio de Felipe II». En el exterior destaca el escudo episcopal de Pacheco, esculpido en mármol de Carrara en dos fachadas. En el interior, los tres retablos y el presbiterio «son del siglo XVII y están realizados en nogal vista por Alonso de Balbás», famoso ensamblador de la época y también natural de Ciudad Rodrigo, que realizó la estructura del retablo de la catedral de Plasencia.
Destaca en el retablo central «el majestuoso tabernáculo, un expositor eucarístico dentro del propio retablo. Lo han pedido para varias exposiciones, pero es imposible moverlo», asegura Roberto Vegas, delegado de Patrimonio. El suelo original de la iglesia, de mármol y pizarra, se descubrió en la restauración que se hizo en 1995; hasta entonces estaba cubierto de madera. En él se representan, a modo de espejo, los mismos motivos geométricos del techo.
La iglesia fue ocupada por los franceses durante la Guerra de la Independencia. Además de arrasar con la platería, los soldados arrancaban la madera para hacer fuego y calentarse por la noche. Lo que se conservó intacto fue el retablo, ya que los vecinos lo tapiaron para que no fuera dañado. «Años después explotó un polvorín, en 1818, y la estructura quedó en estado ruinoso». El templo, que entonces pertenecía a la familia de los Cerralbo, fue donado a la diócesis en 1887. Esta lo restauró en dos años y el obispo Mazarrasa lo consagró en 1889. Desde entonces volvió a tener culto y ahora es una parroquia más. Por cierto, una cláusula de la cesión fue que se dejara una capilla como panteón a los Cerralbo y allí está la otra joya, un túmulo funerario con estatua orante de rodillas del marqués, esculpida por Benlliure. Los restos que no están allí son los del cardenal Pacheco, que permanecen en la catedral. Bien podrían retornar al lugar que él mismo mandó construir.