La Iglesia implanta una misión humanitaria en Gaza
En seis semanas echará a andar un centro médico y otro de distribución de ayuda humanitaria en Gaza gracias al Patriarcado latino de Jerusalén y la Orden de Malta
En el norte de la Franja de Gaza, tras casi siete meses de asedio, las familias sacian el hambre con cualquier hierbajo o semilla comestible que encuentran por el suelo, a menudo con incrustaciones de terreno o restos de plásticos. «La ayuda humanitaria es inexistente. Muchos de los paquetes que lanzan los aviones militares estadounidenses acaban destrozados por el impacto, dispersos por el campo o en manos de los contrabandistas que los revenden a precios desorbitados en el mercado negro. Un solo cigarrillo se vende al cambio por unos 25 euros», asegura fray Alessandro de Franciscis, gran hospitalario de la Orden de Malta que accedió a este territorio cercado por las bombas el pasado jueves junto al cardenal Pierbattista Pizzaballa y el sacerdote Gabriel Romanelli, párroco de Gaza, que cuando comenzó el conflicto no pudo volver a la Franja. Nada más pasar la frontera de Israel se toparon con la «desolación». Primero logística: «No hay ni un solo edificio en pie, todo está bombardeado»; pero también vital; «estuve llorando con los hijos de una mujer asesinada por francotiradores». En medio de la devastación no hay comida, pero tampoco «agua potable con la que lavarse o limpiar las pocas verduras o frutas» que consiguen cultivar. En la iglesia de la Sagrada Familia, refugio en estos tiempos de guerra para unos 300 cristianos, católicos y ortodoxos griegos que duermen apelotonados en colchonetas «compartiéndolo todo», hasta las desgracias, De Franciscis constató una «situación extremadamente precaria» desde el punto de vista higiénico. Las condiciones insalubres han provocado «una epidemia de hepatitis A». Esta visita, que concluyó el lunes de Pentecostés, es el primer paso de una misión humanitaria conjunta del Patriarcado latino y de la Orden de Malta, en colaboración con Malteser International, su agencia caritativa, para implantar en el norte de Gaza un centro de distribución de ayuda humanitaria y un ambulatorio médico con «las principales especialidades, como pediatría, ginecología u oftalmología». También tendrá una pequeña farmacia con medicamentos básicos, así como «un programa de vacunación y de detección de enfermedades». De Franciscis incide en la importancia de «entregar comida de forma diaria» para evitar que sigan muriendo de inanición. Según sus previsiones, podrán empezar a trabajar en terreno en unas seis semanas: «Lo haremos de forma gradual, con personal contratado», explica. La ofensiva israelí ha matado a más de 200 cooperantes, por lo que este gesto que rompe la indiferencia del mundo ante el dolor de los palestinos es casi heroico.