La Iglesia, frente al avance del llamado matrimonio homosexual. Y ahora, Francia - Alfa y Omega

La Iglesia, frente al avance del llamado matrimonio homosexual. Y ahora, Francia

Ayer llegó al Consejo de Ministros francés el borrador del proyecto de ley que aprobará el llamado matrimonio homosexual. En Estados Unidos, se votaba, el martes, en cuatro Estados sobre reformas constitucionales para equiparar las uniones homosexuales al matrimonio. Una equiparación similar persigue también el Gobierno británico, ante el estupor de las bases del Partido Conservador. En éstos y en otros casos, la Iglesia católica es la institución que lidera la batalla social por el reconocimiento legal de la naturaleza del matrimonio

Ricardo Benjumea
El cardenal Vingt-Trois, arzobispo de París, sentado, en primer plano, durante una Eucaristía celebrada en la Gruta de Lourdes.

El proyecto de ley sobre matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas homosexuales llegó ayer al Consejo de Ministros galo. Francia se convertirá en el décimo segundo país del mundo que aprueba una ley similar, tras Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Argentina y Dinamarca. Más que la oposición política, la gran batalla contra este proyecto ha provenido de la Iglesia, a la que han mostrado su apoyo las principales confesiones religiosas en el país.

En la apertura de la Asamblea Plenaria que se celebra hasta mañana en Lourdes, el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París y presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, denunció que lo que el Partido Socialista presenta como «el matrimonio para todos» es, en realidad, «el matrimonio de unos pocos impuesto a todos». Y añadió: «Este proyecto no es solamente una apertura generosa del matrimonio a nuevas categorías de ciudadanos, sino una transformación» de la propia naturaleza del matrimonio, al menos, a efectos legales.

La respuesta de la Iglesia a este proyecto de ley le ha originado numerosas críticas. Una de las más frecuentes es la que formulaba así el diputado ponente de esta ley, Erwann Binet: «Los cristianos quieren imponer al resto su visión de la familia». El cardenal Vingt-Trois respondía, sin embargo, que se trata sólo de reconocer una realidad natural: que el ser humano es hombre o mujer. En cuanto a la oposición a la adopción por parte de parejas homosexuales —añadía—, «no defendemos una posición particular», sino que «reconocemos lo que afirma la experiencia y la sabiduría de todos los pueblos desde la noche de los tiempos, y confirman los especialistas modernos».

En rueda de prensa, el cardenal precisó que su función como pastor no es liderar «la acción política», pero sí «movilizar las conciencias y alertar a los ciudadanos cuando piensa que hay materia de la que alertar». El presidente del Episcopado francés anima a los franceses disconformes (un sector creciente de la población, según las encuestas) a hacer llegar sus quejas a los representantes políticos. Con algunos parlamentarios, precisamente, se reunió el arzobispo de París el 30 de octubre. En la Misa anual que celebra con ellos, pidió a los diputados romper, si es preciso, con la disciplina de partido, porque —argumentó— no está en juego una simple reforma legal, sino «una reforma de civilización».

También en el Reino Unido ha liderado la Iglesia la oposición a la propuesta de equiparar al matrimonio las uniones homosexuales. «Desde la superficie, la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo puede parecer inocua», pero «la redefinición tendrá hondas implicaciones», por ejemplo, a nivel práctico, en lo que se enseña en los colegios, argumentó el cardenal Keith O’Brien, arzobispo de Edimburgo. Más a largo plazo, habrá profundas repercusiones —advierte—, ya que se pretende alterar el principal fundamento de la sociedad, la familia,

A la espera de que se apruebe o no esa ley, efectos análogos produce ya en el Reino Unido la Ley de Igualdad, de 2010, que persigue la discriminación contra colectivos como el de las personas homosexuales. La Justicia acaba de rechazar en última instancia la petición de una agencia de adopción de la diócesis de Leeds, que funciona desde 1865, y tendrá que cesar su actividad, por negarse a entregar a niños a este tipo de parejas. El Upper Tribunal, alta instancia de derecho administrativo, califica la petición de exención de la diócesis de «caprichosa y arbitraria», y le acusa de atentar contra la dignidad de las personas homosexuales.

Varias organizaciones caritativas británicas han tenido que cerrar sus puertas por estos motivos en los últimos años. Problemas similares ha habido también en Estados Unidos, en los Estados donde se contempla el matrimonio homosexual. Éste es uno de los argumentos que llevaron a los obispos a pedir a los católicos que acudieran a votar contra estas proposiciones en los cuatro Estados donde se presentaban: además de la familia -advierten-, está en juego la libertad religiosa.