La Iglesia en Perú sale en defensa de los indígenas que viven aislados
En plena revuelta social, el Congreso está tramitando dos reformas legales para facilitar el acceso y la explotación de los recursos naturales de sus territorios
Los obispos, misioneros y agentes de pastoral de la Amazonia peruana denunciaron el miércoles la tramitación de dos leyes que amenazan a los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI). Reunidos en Lima, ratificaron el pronunciamiento de los obispos amazónicos del país, el 3 de enero, en contra de los proyectos de ley 3518/2022, presentado en noviembre, y 3912/2022, presentado ya en plena revuelta social, el 5 de enero.
Estos proyectos pretenden modificar, respectivamente, la ley para la protección de los PIACI y la Ley Forestal y de Fauna Silvestre. Esto supondría, afirma el pronunciamiento, un «grave retroceso en materia de protección ambiental y de reconocimiento de los derechos» de estos pueblos. «Exigimos que se garantice la participación de los pueblos indígenas y sus organizaciones representativas» en el proceso.
El texto también exhorta al Estado a asumir «su deber de protección frente a las poblaciones vulnerables involucradas y a que no se superpongan los grandes intereses económicos» de las empresas. Es necesario «reconocer la existencia de los PIACI en el Perú y promover la defensa integral de sus derechos», así como visibilizarlos.
El pronunciamiento fue iniciativa de Miguel Ángel Cadenas, vicario apostólico de Iquitos (departamento de Loreto). «Es fundamental para nosotros que haya apoyo de otros sectores de la Iglesia», frente al fuerte apoyo que tiene el extractivismo en la zona, explica a Alfa y Omega. Critica además que se trata de reformas «completamente a la medida» de los intereses de las empresas explotadoras, que se están tramitando «mientras nadie mira» porque «la gente está en otras preocupaciones gravísimas» dada la revuelta social que se vive en Perú.
Huyendo de los explotadores
Los PIACI son «pueblos o segmentos de pueblos que en la época» de la explotación «del caucho, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, se retiraron a zonas remotas, lo más lejos que pudieron». Intentaban salvar su vida, porque «estaban siendo explotados por los caucheros». En esa época, las zonas más accesibles de la selva bastaban para cubrir la demanda, «no era necesario penetrar en lugares muy recónditos». Allí encontraron refugio, y allí «han estado viviendo allí todo este tiempo».
Un siglo después, las cosas han cambiado, explica el vicario apostólico, de origen español. «Ya no quedan fronteras, todo es apetecible para extraer los recursos naturales». Por ejemplo, «en los lugares más accesibles ya no quedan maderas nobles». Pero sí en los territorios de estos pueblos.
Además, según el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Perú, la madera que se exporta desde el Amazonas tiene que estar certificada. Ahora mismo no lo está, porque «los madereros no tienen concesiones» para explotar la selva. Y la única forma de conseguirlas es que no se reconozca la existencia en esas zonas de pueblos indígenas, porque de lo contrario habría que consultarles. «Niegan su existencia para poder explotar los recursos de sus territorios», lamenta. Lo mismo pasa con PERENCO, una petrolera francesa.
¿Existen?
Todo ello ha generado una situación tensa en Iquitos. Las empresas extractivas cuentan con el apoyo de la Coordinadora por el Desarrollo Sostenible de Loreto, una organización que «ha cogido mucho vuelo en la ciudad» por lo atractivo de su nombre. Esta entidad niega la existencia de pueblos indígenas en aislamiento, y se ha ganado el apoyo de la mayor parte de la población e incluso del rector de la universidad pública local.
Cadenas reconoce que «es difícil demostrar su existencia». Pero existen «investigaciones antropológicas serias» que la sustentan. Y también el testimonio de los pueblos indígenas vecinos, que a veces son familiares lejanos o «ven flechas, huellas o marcas en los árboles». En el Sínodo sobre la Amazonia se abordó este tema, y los expertos que participaron hablaron de la existencia de entre 110 y 120 pueblos, muchos de menos de 100 miembros.
Cadenas defiende con firmeza la necesidad de conservar esos territorios remotos. De esta forma «no solo se conserva su vida, que es fundamental, y la biodiversidad». También se evita poner en riesgo a toda la humanidad. «Hay investigadores que dicen que es probable que en la Amazonia haya algún virus» potencialmente peligroso, y que «si se sigue fragmentando el territorio puede saltar al ser humano».
Los datos sobre la existencia de los pueblos aislados suscitan muchos dilemas éticos, asegura el vicario apostólico de Iquitos. Por un lado, «hay que manejar con mucha cautela la información» sobre ellos porque «dar sus coordenadas significa ponerlos en peligro». Por ejemplo, existen grupos evangélicos ansiosos por evangelizarlos, sin ser conscientes de que debido a su falta de defensas ante virus comunes cualquier contacto «les puede exterminar».
Otro dilema es «quién puede hablar por ellos» para respetar su derecho a ser consultados y escuchados. De momento lo hacen las organizaciones de indígenas, pero «siempre es hablar en nombre de otro». O cómo abordar el contacto o no contacto con ellos. El Gobierno lo prohíbe, pero a veces son ellos los que «salen porque quieren visitar a algún familiar lejano o ir al médico».