La Iglesia en permanente vigilia - Alfa y Omega

La Iglesia en permanente vigilia

El SARCU complementa el gran trabajo de las parroquias ante situaciones urgentes que no pueden esperar a atenderse de día

Bienvenido Nieto Gómez
Imagen de recurso de una vela encendida entre unas manos que forman un corazón
«Los miembros del SARCU tratan de ser luz persistente en las tinieblas». Foto: Freepik.

Corría el año 2017 cuando el entonces cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, encomendó a José Luis Segovia y este, a su vez, al sacerdote Pablo Genovés y a quien escribe la puesta en funcionamiento del Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente, (SARCU) para dar respuesta a la necesidad de hacer presente a la Iglesia ante situaciones urgentes que no pueden esperar a atenderse de día.

Un sacerdote, de los primeros voluntarios, acuñó lo que bien puede definir la esencia de este servicio: «Cuando el dolor del ser humano no descansa, la Iglesia tiene que velar». El SARCU complementa el gran trabajo de evangelización de las parroquias. Su número de teléfono es el 913 717 717. Se activa desde las 22:00 horas y hasta las 07:00 horas para llevar la luz de Cristo a esas personas que necesitan acompañamiento ante una posible situación extrema —ideas suicidas, crisis que necesiten una presencia—, para administrar la Unción de enfermos y el viático u otros sacramentos en situaciones especiales o por un fallecimiento de noche. La noche es precisamente ese ámbito donde se despiertan y agudizan las sombras, las angustias, los temores. De noche las heridas duelen más y parece que lo único que podemos es exclamar, con el salmo 88, «mi compañía son las tinieblas».

Para dar respuesta, la Iglesia de Madrid es capaz de gritar la buena noticia: hay un Salvador. Y se hace presente a través del SARCU. El servicio está hoy integrado por 41 presbíteros, un obispo y un diácono permanente que tratan de dar respuesta y acogida cuando las posadas se encuentran cerradas; de ofrecer ante el sufrimiento un lugar donde recostarse; de ser luz persistente en las tinieblas y de ser testigos, en particular, de la luz que es el ministerio sacerdotal. Si se trata —Dios no lo quiera— de una emergencia masiva y crítica, todos los miembros pueden activarse a la vez de forma rápida.

Pero no se trata solo de una labor sacerdotal. Hay laicos que acompañan al presbítero. En palabras del cardenal José Cobo, «los sacerdotes y laicos acompañantes del SARCU hacéis visible la Iglesia de Madrid con sus puertas abiertas y lleváis a quienes lo necesitan el consuelo y la esperanza del Señor en los momentos que más se necesitan».

Desde 2017 se ha podido demostrar la gran labor que realiza la Iglesia en salida de la archidiócesis de Madrid, como nos pide el Papa Francisco. Lo importante es estar y hacernos presentes, abrir de par en par las puertas de esta comunidad diocesana para llevar el consuelo del Señor cuando más se necesita y asegurarse de que nadie quede sin auxilio sacramental en las noches. Muchas han sido las llamadas contestadas y muchos desplazamientos realizados; siempre con la alegría de saber que son transmisores de esperanza ante situaciones en ocasiones sumamente dolorosas.

No se puede ignorar el gran apoyo que se brindó en la pandemia de la COVID-19, hace cinco años. Durante meses aumentó la duración del servicio, que se prestó poniendo la propia vida en peligro para ser ese cirio de luz en tanta penumbra de dolor y soledad.

El sacerdote que descuelga el teléfono tiene que hacer frente a situaciones no fáciles y que requieren la suficiente templanza y prudencia para hacerles frente. Debe tratar también de dar respuestas a las preguntas por el sentido de la enfermedad, de la muerte, y acompañar al enfermo y a sus familiares en esos momentos de sufrimiento. Para todos ellos, gracias de corazón. Los animamos a que perseveren en esta misión. E invitamos a cuantos sacerdotes y laicos quieran formar parte del servicio. Tienen las puertas abiertas; en este caso, las 24 horas del día.