La Iglesia da la bienvenida a la Comisión de Verdad y Reconciliación en Centroáfrica
La Comisión de Justicia, Verdad, Reparación y Reconciliación que va a poner en marcha el Gobierno de la República Centroafricana «será estupenda para sacar verdades a flote» y acabar con la impunidad en el país después de décadas de guerra… «si hace bien su trabajo», afirma a Alfa y Omega monseñor Juan José Aguirre
La Iglesia en República Centroafricana ha acogido con un moderado optimismo la creación de una Comisión de Justicia, Verdad, Reparación y Reconciliación. La ley para su puesta en marcha se aprobó el 27 de febrero, y pretende curar las heridas de varios conflictos y guerras civiles en los últimos 60 años, según un comunicado del Gobierno.
Detrás del proyecto está la ministra de Acción Humanitaria y Reconciliación Nacional, Virginie Baikoua. En su presentación, explicó que se «proporcionará un entorno de escucha, un espacio donde se honrará la memoria de las víctimas y la dolorosa experiencia de los miles de compatriotas con el objetivo final de lograr una curación colectiva duradera».
«La expectación es muy buena —afirma a Alfa y Omega monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou—. Se le da mucho peso a esta comisión. Si hace bien su trabajo, será estupendo para sacar verdades a flote». Es, sin embargo, un condicional muy grande. Dependerá de la respuesta que se dé a preguntas como quiénes serán sus once miembros, entre los que ya se ha anunciado que habrá cuatro mujeres; o qué grado de independencia tendrá.
Fin de la impunidad
Para el obispo español, lo más importante es que «empiece a desaparecer la idea de impunidad. Hoy viven impunes, a la vista de la sociedad, los responsables del saqueo de pueblos enteros, del uso del fuego como arma de guerra, de la violación en masa y del hambre como arma de guerra».
La República Centroafricana ha sido devastada por tres guerras civiles en 20 años y aún es presa de la violencia de los grupos armados que controlan dos tercios del territorio, a pesar del acuerdo de paz alcanzado el año pasado. Hoy, casi la mitad de los 4,7 millones de africanos centroamericanos se han visto obligados a huir de sus hogares por el conflicto.
Para monseñor Aguirre, el desarrollo de la labor de la comisión se enfrenta a dos obstáculos. El primero será la oposición de «gente muy bien empoltronada a la que no le apetece aparecer en ninguna noticia», pero cuyas acciones en el pasado deberían ser objeto de las investigaciones de la comisión. De hecho, es probable que «en la punta de la pirámide queden personas intocables». Por ejemplo, «miembros de Naciones Unidas que tendrán inmunidad».
Los más sencillos, ¿olvidados?
También teme que «en la base de la pirámide» queden olvidadas «miles de personas que han sido pisoteadas a las que nadie escuchará, sino que sus casos serán olvidados». En 2003, François Bozizé, que acababa de derrocar al régimen del presidente Ange-Felix Patassé, creó una comisión similar después del golpe de estado.
Al carecer de los medios para investigar los crímenes cometidos por las tropas rebeldes y leales, la comisión de 2003 no logró traer la paz al país. El mismo año, apareció una nueva rebelión que marcó el comienzo de la primera guerra civil en el país. Del mismo modo, en la consulta nacional previa a la redacción de la nueva ley solo se ha podido llegar a un número limitado de ciudadanos, debido a los problemas de seguridad.
Participación de la Iglesia
Para evitar que se vuelva a tropezar en la misma piedra, el obispo de Bangassou comparte su esperanza de que la comisión cuente con la aportación de la Iglesia. Algo que no debería ser difícil, pues la ministra Baikoua «es muy cercana a la Iglesia católica». Por ejemplo, apunta que distintos grupos de Justicia y Paz podrían perfectamente «arrojar luz sobre los casos de gente sencilla o pueblos olvidados que, sin ellos, seguirían viendo a sus verdugos pasearse tranquilamente en la más completa impunidad».
«No creo que se resuelvan problemas concretos», confiesa monseñor Aguirre, más allá (que no es poco) de sacar a la luz e intentar sanar «muchas heridas abiertas. Pero podría reabrir otras. Puede quedar como un parche sin efecto real… Pero es bueno intentarlo».