La Iglesia arropa a los familiares de los guardias civiles de Barbate

«Buen hijo, buen hermano, buen esposo». Así definió el domingo pasado en la catedral de Pamplona Juan Antonio Aznárez, arzobispo castrense, al guardia civil David Pérez, fallecido el viernes junto a su compañero Miguel Ángel González tras ser arrollados en el puerto de Barbate (Cádiz) por una narcolancha. «A Jesús se le conmueven las entrañas ante vuestro dolor», afirmó ante los familiares y amigos del agente, originario de la localidad navarra de Sarriguren.

«El plan de Jesús es que David esté donde está Él. Y Jesús no dice palabras huecas, no habla por hablar, Él cumple sus promesas», señaló Aznárez. Por ello invitó a familiares y amigos «a levantar los ojos al cielo y recurrir al Señor pidiéndole con suelo, esperanza y fuerza».

Antes de la celebración se leyeron unas palabras de Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona, quien no pudo asistir al acto. En su mensaje manifestó que «no hay palabras de consuelo, porque el corazón entiende de amor, y no de violencia». Expresó su condena «sin paliativos» ante la muerte de los guardias civiles. «Quiero estar cerca de vosotros en este drama», continuaba el mensaje de Roselló. «Solo Dios nos puede pedir la vida», mientras que «atentar contra la existencia ajena va en contra de los designios de Dios y en contra de los derechos humanos». «La Iglesia sufre con vosotros y junto a vosotros», concluía su mensaje.

Mientras, en la catedral de Cádiz se celebraba el funeral por Miguel Ángel González, natural de San Fernando, una Eucaristía presidida por el vicario general de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Óscar González Esparragosa, quien también trasladó el pésame en nombre del obispo de la diócesis andaluza, Rafael Zornoza.