Los héroes de las salesas - Alfa y Omega

Los héroes de las salesas

Vecinos de las salesas de Madrid se las ingenian en medio de la nevada para llevar al hospital a una salesa afectada por COVID

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Gabriel delante de su 4×4, minutos antes de llevar a la hermana Luisa al hospital

«Necesitamos un todoterreno para trasladar a una hermana al hospital. Tiene COVID y está malita»: este fue el mensaje que mandó el sábado por la tarde el sacerdote Andrés Ramos, capellán de las salesas de la madrileña calle Santa Engracia, ante la emergencia que está viviendo estos días la comunidad con motivo del coronavirus, en la que han fallecido dos hermanas en apenas una semana.

La situación era difícil porque el Samur no respondía ante el colapso que estaba viviendo la capital por la nevada. «Las ambulancias no podían llegar, así que mandé un SOS a una lista de difusión que tengo en la que informo de la situación de las hermanas, y enseguida me encontré con la respuesta de los vecinos. Fue casi inmediato», afirma el capellán.

En ese momento, Gabriel y su mujer se encontraban en la calle viendo la nevada cuando recibieron la llamada de Javier Igea, el párroco de Santa Elena, la parroquia a la que pertenece el convento. «Él sabía que tenemos un 4×4 y nos llamó al recibir el mensaje», afirma Gabriel.

Enseguida cogió el coche y se presentó delante de la casa de las religiosas. «Mi mujer y yo no lo dudamos –afirma–. Desde el primer momento vimos que se trataba de ayudar y para allá nos fuimos. Más que como una aventura nos lo tomamos como una manera de poder ayudar, y estuvimos encantados».

Allí se encontraron con Andrés y con un grupo de vecinos que estaban despejando de nieve el camino entre la puerta del convento y la calzada, armados apenas con unos cuantos recogedores de escoba, preparando un caminito de 15 metros congestionado por 50 centímetros de nieve.

El capellán tenía dos EPI y le dio uno a Gabriel. Al poco llegó la hermana Luisa, a la que llevaron prácticamente en volandas hasta el coche. «Fue muy hermoso ver cómo la gente actuó enseguida e incluso asumiendo riesgos», afirma Andrés Ramos.

De camino hacia el hospital, la nieve hacía derrapar el coche, «pero no tuvimos miedo en ningún momento», dice Gabriel. La hermana Luisa iba detrás, rezando, hasta que llegaron al hospital y pudieron dejarla para ser asistida.

Detrás queda una historia marcada por «la generosidad de la gente», afirma Andrés, que destaca agradecido «todo el interés de la gente del barrio hacia estas hermanas que se inmolan y rezan cada día por nosotros».