La Iglesia, alarmada por la violencia en el suroeste de Colombia
Secuestros, homicidios y continuos enfrentamientos de grupos armados, que también reclutan a menores y fomentan los cultivos ilícitos, son algunos de los problemas a los que se enfrentan las regiones de Nariño y el Cauca
La crisis en Nariño y el Cauca sigue acrecentándose. Así lo dieron a conocer los obispos de los departamentos de Nariño y Cauca tras una reunión de tres días, donde hicieron una lectura cuidadosa de la realidad que se vive en estos territorios, arrojando como resultados la agudización de la crisis humanitaria.
«Manifestamos nuestra profunda preocupación por el sufrimiento de nuestros pueblos, que se expresa en el abandono del Estado de sus ciudadanos, en el incremento del número de homicidios, los continuos enfrentamientos de los grupos armados que ponen en riesgo la vida de las comunidades», señalaron.
En un comunicado, se refirieron al secuestro de los civiles retenidos en días pasados en zona rural del municipio de Guapi, en la costa pacífica del Cauca. Se trata de dos funcionarios de la empresa de energía Energizando y de dos habitantes de la zona que los acompañaban. «Estamos convencidos que la vida humana, la libertad y la movilidad en el territorio son esenciales para el progreso de los pueblos».
Los obispos solicitan la intervención y buenos oficios de organismos nacionales e internacionales para que sirvan como mediadores en la liberación de los retenidos. También solicitan «a quienes los tienen retenidos que les permitan retornar cuanto antes al seno de sus familias».
Reclutamiento de niños y cultivos ilícitos
Los prelados también desvelaron otras problemáticas que siguen afectando la estabilidad de las comunidades, como el reclutamiento de jóvenes y niños por parte de grupos armados, la inestabilidad política de algunos municipios, el deterioro del medio ambiente, la minería ilegal o la expansión de la siembra de cultivos ilícitos.
Sobre esta última cuestión, les preocupa tanto el «incremento de los cultivos» como «la posibilidad del reinicio de la fumigación» como única medida para acabar con ellos. Consideran que «frente a las complejas problemáticas que vivimos en el territorio, se deben implementar soluciones estructurales, lideradas por el Estado y el compromiso de la sociedad civil».
Por lo anterior, hicieron un llamamiento a las autoridades y a todos los ciudadanos para que cada uno desde sus responsabilidades, velen por el respeto y cuidado de la vida humana y la casa común.
Soluciones estructurales
Finalmente, frente a este complejo y sombrío panorama, los obispos pidieron la implementación de soluciones estructurales, lideradas por el Estado y el compromiso de la sociedad civil.
El mensaje que se dio fruto de una reunión en el municipio de Guapi, del 5 al 7 de marzo, fue firmado por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Popayán; monseñor Julio Enrique Prado Bolaños, obispo de Pasto; monseñor José Saúl Grisales Grisales, obispo de Ipiales; monseñor Orlando Olave Villanoba, obispo de Tumaco; monseñor Óscar Augusto Múnera Ochoa, vicariato apostólico de Tierradentro; y monseñor Carlos Alberto Correa Martínez, vicariato apostólico de Guapi.
CEC / Redacción