La historia de Isabel y Youssouf: dos meses de acogida y tres horas en el aeropuerto
Isabel Santana, del Secretariado de Migraciones de la diócesis de Canarias, rescató al joven senegalés de la calle y se lo llevó a casa. El pasado viernes lo acompañó a coger el vuelo rumbo a Valencia, donde vive su tío. Les pusieron trabas, pero lo consiguieron
A Isabel Santana, de 72 años, la acogida le viene de familia. Es la herencia le dejó su madre, después de haber cobijado en su casa —y eran ocho hermanos— a cuatro personas en diferentes momentos. Y es la herencia transmite a sus hijas cada día desde hace muchos años.
Isabel se hizo viral hace unos días después de conseguir que Youssouf, un chico de Senegal de 28 años que había llegado en patera a Gran Canaria, consiguiera volar a la península, una vez que los jueces habían establecido que se puede viajar con el pasaporte en vigor o con la solicitud de protección internacional, una posibilidad que se estaba negando sistemáticamente por parte de las fuerzas de seguridad, pandemia aparte.
Fue el momento culminante de la historia, cuando se batió durante tres horas con los agentes de la Policía Nacional presentando documento tras documento y salvando todas las trabas que le ponían. Agentes que se rindieron a su tesón y a la ley, y dejaron pasar al joven senegalés, al que Isabel dejó en la puerta del avión. Se había comprado un billete solo para poder acompañarlo hasta el embarque.
La imagen del abrazo entre Youssouf e Isabel se ha convertido en un símbolo de que es posible otra política migratoria y también de la importante labor que está haciendo la Iglesia —ella es miembro del Secretariado de Migraciones de la diócesis de Canarias y así lo repite en entrevista telefónica con Alfa y Omega— en la situación migratoria que viven las islas.
Antes de ese abrazo, una de las hijas de Isabel fue la que, conmovida al ver un joven deambulando por la calle, habló con su madre para buscar una solución. «Llevaba diez días tirado porque lo iban a mandar a Las Raíces, en Tenerife, y aquello es como Lesbos. Así que le dije a mi hija que le hiciera un test de antígenos —tengo 72 años y mi marido 82— y que lo trajera a casa. Me contaba que temblaba esperando el resultado por si salía positivo, aunque yo ya tenía un plan b. Dios lo había puesto en mi camino y no lo iba a dejar», explica.
Dos meses de convivencia
Así, Isabel, su marido y Youssouf compartieron vida durante dos meses. Tiempo en el que descubrieron que su nuevo amigo era pescador, analfabeto y que solo hablaba francés y wólof, una de las lenguas de Senegal. Pero supieron comunicarse: con gestos o, en el caso de Isabel, buscando las palabras en internet. Además, le compraron los famosos cuadernos Rubio para que empezase su alfabetización.
«La convivencia ha sido maravillosa. Es una persona respetuosa, cariñosa. Nos hablaba con los gestos del corazón. Me decía: “Mamá, tú eres grande, te quiero”», explica. También recuerda los malos momentos que pasaron por el fallecimiento de la madre de Youssouf en Senegal, y cómo intentó ayudarlo: buscó una persona que hablara wólof para que él se pudiera desahogar y lo acompañó a la mezquita a rezar.
Esta historia y la gran difusión que ha tenido le sirven a Isabel para recordar los otros chicos que pasaron por su casa. Por ejemplo, uno que llegó en 2006 y que ahora está establecido en Bilbao, con una pequeña empresa con la que, además, crea empleo. O un niño de 12 años. Cree que es importante, añade que así se lo pide el Espíritu Santo, combatir la xenofobia que pueda surgir en nuestro país y mostrar que las personas que llegan necesitan una oportunidad. Como la que ella le dio a Yossouf, que está en Valencia con un familiar y con quien habla cada día.
El obispo de Canarias, José Mazuelos, ha pedido este jueves al Gobierno que «no convierta Canarias en Lampedusa» y le ha solicitado que actúe ante la crisis migratoria. «Es un problema del Gobierno central», ha añadido.
En este sentido, ha reconocido que el Gobierno canario está ayudando mucho a Cáritas, que, según ha dicho, está «desbordada», repartiendo 500 comidas al día.
«El problema es del país, porque Canarias es España. Cuando uno entra en España puede moverse por España. No puede ser que dejemos de ser España solo porque haya un mar de por medio», ha concluido.