Viernes a las seis de la tarde. Una infinita fila con un público variopinto —ancianos, madres con hijos, modernos del barrio…— abarrota la madrileña calle Lope de Vega, en pleno corazón de Huertas. El inicio de la cola es algo inesperado: la puerta de un convento, el de San Ildefonso, donde está la desconocida tumba de Cervantes, casi imperceptible en la penumbra del templo. Ironías de la vida, comparten terreno sagrado el manco de Lepanto y sor Marcela de San Félix, la hija dramaturga de su enemigo íntimo, Lope de Vega, y la actriz Micaela de Luján. Tenía 16 años cuando ingresó en el convento de las Trinitarias Descalzas, en pleno siglo XVII. Allí, en el tiempo libre entre oficios del convento —fue madre superiora, maestra de novicias y hasta gallinera—, siguió los pasos de su padre en costumbres literarias, y componía versos y obras teatrales de temática religiosa, llenas de sátira y mordacidad, como las seis que se conservan hasta hoy, tituladas Coloquios espirituales. Por cierto que también tenía dotes de actriz: ella misma actuaba para sus hermanas.
Este viernes de marras, con los madrileños ávidos de entrar a un templo religioso, el siglo XVII se traslada 400 años. En el mismo monasterio en el que sor Marcela cantaba sus seguidillas, con las mismas rejas conservadas, tras el mismo torno escondidas, la comunidad de trinitarias que ahora puebla la casa de sor Marcela asiste desde lo escondido a la representación del pasado. De lo que allí mismo aconteció. Pelos de punta. Tres actrices, ataviadas con el hábito trinitario, interpretan dos coloquios de la monja dramaturga en los que el Alma hace frente a los vicios que la asedian, el terrible Celo y el tan odiado Apetito. Para hacer frente a tan temibles compañeros, las religiosas cuentan con la ayuda de las virtudes, la Paz y Sinceridad frente al Celo. La Mortificación y la Desnudez frente al Apetito. Y el templo del convento lleno a reventar, con aplausos que hacen rechinar los siglos de recuerdo.
Esto es lo que ha conseguido la primera edición del Festival Místicas, una iniciativa novedosa en nuestro país, en la que durante dos semanas —de la mano de la actriz Ana Contreras—, la capital se ha rendido al encuentro del alma con Dios para unos, con la idea de trascendencia y misterio para otros.
En medio del bullicio de la gran ciudad, en el Teatro de la Comedia resuenan los ecos de santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, sor María de la Antigua, fray Luis de León… y también de Emilia Pardo Bazán, Federico Balart o Tirso de Molina. Lleno total y alabanzas por doquier. El atrio de los gentiles.