La guerra no es camino de paz - Alfa y Omega

La guerra no es camino de paz

El Papa Francisco lidera una movilización mundial para evitar la degeneración del conflicto en Siria y una intervención militar éticamente injustificable. Unas cien mil personas (el doble de lo previsto) respondieron, en la tarde y noche del sábado 7 de septiembre, a la propuesta del Papa Francisco de unirse con el ayuno y la oración para pedir que callen las armas desde la Plaza de San Pedro. Millones de personas secundaron la iniciativa desde distintos lugares del planeta, no sólo cristianos, sino también creyentes de otras religiones, en particular musulmanes y judíos, así como no creyentes

Jesús Colina. Roma
Panorámica de la Plaza de San Pedro, durante la Vigilia del pasado sábado 7 de septiembre.

Roma lanzó un grito silencioso por la paz. Silencioso, porque el momento más intenso fueron precisamente los prolongados minutos de adoración ante la Eucaristía. Más de veinte. Un silencio mucho más elocuente que mil palabras, al que se sumaron cristianos y personas de otras religiones desde todas partes del mundo.

En esos momentos, se unieron a la oración, en la misma lengua de Jesús, el arameo, los cristianos del pequeño pueblo de Maaloula, al norte de Damasco, que estaban siendo atacados por extremistas rebeldes. El gran muftí de Siria, Ahmad Badreddin Hassou, acogió el llamamiento del Papa e invitó a los fieles a hacer lo mismo. Rabinos judíos habían invitado ese mismo día a rezar junto al Papa de Roma. Contemporáneamente, encuentros de oración por la paz fueron organizados en Indonesia, en Hong Kong, en países de América Latina, en El Líbano, Irak y Egipto… Fue una oración global, quizá inédita en la Historia.

El Papa Francisco ora ante Jesús Sacramentado.

El domingo, durante el rezo del ángelus, el Papa dio las gracias «a todos aquellos que, de una u otra forma, se unieron a la Vigilia de oración y ayuno» de la víspera; «a las numerosas personas que han ofrecido sus sufrimientos» y «a las autoridades civiles, a los miembros de otras comunidades cristianas y de otras religiones, y a los hombres y mujeres de buena voluntad que han vivido, con este motivo, momentos de oración, ayuno y reflexión». Además, volvió a resaltar que la guerra no soluciona nada. Y añadió: «Siempre queda la duda: esa guerra de allá, ésta otra, porque en todas partes hay guerras, ¿es verdaderamente una guerra por problemas o una guerra comercial para vender estas armas en el comercio ilegal?».

¡Nunca más la guerra!

El Papa llegó a la Vigilia de oración en un Renault 4L, el memorable Cuatro Latas. En ella se dirigió a los cristianos, así como «a los hermanos de las otras religiones, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad», para que gritasen con fuerza: «¡La violencia y la guerra nunca son camino para la paz!».

El Pontífice pidió «que cada uno mire dentro de su propia conciencia y escuche la palabra que dice: Sal de tus intereses que atrofian tu corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro».

Monseñor Mamberti se dirige a los embajadores ante la Santa Sede, el pasado 5 de septiembre.

«¡Que se acabe el sonido de las armas! –exclamó en su discurso–. La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la Humanidad». Y añadió: «¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!», citando a los Papas que le han precedido. «La paz se afianza solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de la justicia, sino alimentada por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad».

«Perdón, diálogo, reconciliación son las palabras de la paz: en la amada nación siria, en Oriente Medio, en todo el mundo», aseguró.

Una cuestión moral

Los promotores de la intervención militar en Siria se pueden preguntar cómo es posible que el Papa no reaccione ante el ataque con armas químicas de un régimen oprimente contra su propia gente, en particular, niños. En realidad, lo que hace el Papa es oponerse al recurso a este tipo de castigo ante todo por razones éticas. En el Catecismo de la Iglesia católica, la mal llamada guerra justa es en realidad el derecho y el deber de la legítima defensa de sus pueblos. Este recurso a la «legítima defensa mediante la fuerza militar» exige cuatro condiciones. Ante todo, «que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto». Y aquí todavía queda mucho por aclarar. No se han presentado todavía pruebas evidentes que permitan asegurar quién es el responsable de la utilización de armas químicas. De hecho, los cristianos de Siria –o al menos una parte importante de ellos– niegan la acusación de que sea el régimen sirio el autor del ataque. La Madre Agnes Mariam el-Salib, superiora del monasterio de Santiago en Qara, en Siria, ha presentado ante la ONU un dossier en el que se contradice la versión oficial que justificaría una intervención internacional, basándose, en particular, en las propias imágenes lanzadas por los medios de comunicación occidentales.

El segundo criterio que la ética exige para lanzar un ataque de estas proporciones es que «todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces». Y la comunidad internacional no ha tomado otras medidas contra Siria aparte de las del debate sobre la intervención militar.

El tercer principio, «que se reúnan las condiciones serias de éxito», no queda para nada claro. ¿Cuál es el objetivo de la intervención militar? ¿Se trata simplemente de un castigo al régimen sirio? Y si éste es el objetivo, ¿qué se ganará con ello?

Cristianas sirias lloran la muerte de su hijo y hermano.

Y así se demuestra cómo el cuarto criterio ético exigido por la legítima defensa es aún menos respetado: «Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición».

Las preguntas que lanza la operación militar son enormes: ¿qué pasará si los rebeldes, apoyados por algunos grupos extremistas simpatizantes de la red de Al Qaeda llegan al poder? ¿Qué pasará en Siria, en Oriente Medio, si tiene lugar una intervención del mundo occidental, percibido como cristiano en el mundo musulmán? Y, por último, ¿qué pasará con los cristianos que se han convertido ya en las primeras víctimas de la guerra civil y de los poblados en los que los rebeldes conquistan el poder?

Ésta es la cuestión moral. A ésta, se debe añadir la cuestión jurídica, que según el Derecho internacional requiere un consenso internacional, que normalmente toma forma con el voto en el seno de las Naciones Unidas.

Mensaje al G20

Siendo una cuestión moral, de la que indudablemente dependen miles de vidas humanas y el inmediato futuro, el Papa Francisco, en este mes de septiembre, se ha dado con cuerpo y alma a evitar la intervención militar contra Siria. El 4 de septiembre, el obispo de Roma envió una carta a los participantes en la reunión del G20 que se acaba de celebrar en San Petersburgo y que dirigió al organizador, Vladimir Putin. «Desgraciadamente, es doloroso constatar que demasiados intereses de parte han prevalecido desde que empezó el conflicto sirio, impidiendo hallar una solución que evitara la inútil masacre a la que estamos asistiendo», constataba el Papa en la misiva. Además, el Santo Padre pedía «que los líderes de los Estados del G20 no permanezcan inertes frente a los dramas que vive ya desde hace demasiado tiempo la querida población siria y que corren el riesgo de llevar nuevos sufrimientos a una región tan probada y necesitada de paz».

A todos y cada uno de esos dirigentes, el Papa les hizo «un sentido llamamiento para que ayuden a encontrar caminos para superar las diversas contraposiciones y abandonen cualquier vana pretensión de una solución militar». El Papa exige, más bien, «un nuevo empeño para perseguir, con valentía y determinación, una solución pacífica a través del diálogo y la negociación entre las partes interesadas con el apoyo concorde de la comunidad internacional». Por último, el Papa recordaba que «es un deber moral de todos los Gobiernos del mundo favorecer toda iniciativa orientada a promover la asistencia humanitaria a quienes sufren a causa del conflicto dentro y fuera del país».

Movilización vaticana

El Papa, por otra parte, ha pedido a sus colaboradores que se movilicen par evitar lo inevitable. De este modo, el arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados, convocó, el 5 de septiembre en el Vaticano, a los embajadores ante la Santa Sede para expresarles la preocupación del Papa ante el recurso a la guerra y presentar caminos que puedan evitar el estallido de un conflicto superior, sentando en la mesa de las negociaciones a las partes implicadas en el conflicto sirio. La Santa Sede insiste además en la preservación de la unidad territorial de Siria, amenazada, e insta a la comunidad internacional a promover la asistencia humanitaria a las víctimas del conflicto. Otro punto crucial para el Vaticano es garantizar el respeto a las minorías en el país, incluyendo, por supuesto, a los cristianos. Es preciso, para ello, un nuevo concepto de ciudadanía, que reconozca a todos los sirios los mismos derechos, independientemente de su etnia o religión.

Encuentro en Jordania

En vísperas de aquel encuentro en el Vaticano, 70 líderes cristianos árabes, occidentales y otros tantos representantes musulmanes se dieron cita en Amán, la capital de Jordania, en un congreso organizado por la monarquía hachemí sobre Los desafíos de los cristianos árabes.

En el encuentro, se ha reconocido que, de los 2 millones de personas que han salido de Siria a países extranjeros para huir de la guerra civil, 450.000 son cristianos. Un dato dramático si se tiene en cuenta que, antes del conflicto, de los 22 millones de habitantes, el 16 por ciento era cristiano.

Los cristianos árabes sufren continuamente discriminación, pese a que sus antepasados viven en esta tierra desde hace dos mil años, denunció el nuncio en Jordania e Irak, monseñor Lingua. Los cristianos sólo piden ser respetados, y vivir en paz junto a los demás árabes, trabajando por el bien común de sus naciones.

La guerra del Papa Francisco a la guerra en Twitter

El Papa Francisco ha hecho de su cuenta en Twitter (@Pontifex), con más de nueve millones de seguidores en todos los idiomas, un auténtico instrumento para alertar a creyentes y no creyentes ante los peligros de una intervención militar en Siria.

Estos son sus tuits del mes de septiembre.

• «¡Recen por la paz!» (7 septiembre).

• «¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad!» (6 septiembre).

• «Queridos jóvenes, recen conmigo por la paz en el mundo» (6 septiembre).

• «La paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la Humanidad» (6 septiembre).

• «No existe un cristianismo low-cost. Seguir a Jesús implica ir contracorriente, renunciar al mal y al egoísmo» (5 septiembre).

• «Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que no se cierren en sus propios intereses» (5 septiembre).

• «Que el grito de la paz se alce con fuerza en todas las partes de la tierra» (4 septiembre).

• «Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas» (3 septiembre).

• «Queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz» (3 septiembre).

• «Jesús viene en medio de nosotros y transforma nuestras vida. En Él vemos que Dios es amor, fidelidad, vida que se nos da» (3 septiembre).

• «¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas!» (2 septiembre).

• «Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz» (2 septiembre).

• «¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!» (2 septiembre).

• «Pidamos por la paz: paz en el mundo y en todos los corazones» (1 septiembre).

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