La gente ya solo busca cómo sobrevivir en Venezuela
Al cumplirse diez años de la llegada de Nicolás Maduro al poder, la Iglesia es consciente del hartazgo de la población, atrapada entre un Gobierno totalitario y una oposición desunida y que no se ocupa de sus problemas reales, afirma el vicepresidente de los obispos
Cuando habla con la gente de San Cristóbal de Venezuela, el obispo Mario Moronta escucha cosas como: «¿En quién confiar si vamos de desconsuelo en desconsuelo?». Es el ánimo de los venezolanos al cumplirse diez años de la llegada de Nicolás Maduro al poder, el 19 de abril de 2013, tras la muerte de Hugo Chávez y unas controvertidas elecciones. El también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana recuerda aquel inicio como un tiempo de «interrogantes», sobre los propios comicios y sobre «si continuaría su proyecto político».
No ha sido así del todo. Sí es herencia del chavismo la propuesta de Estado comunal que se ha intentado construir discretamente en los últimos años, con órganos asamblearios. «Funciona para ciertas cosas y a muchos jóvenes del oficialismo los están preparando en esta línea». Pero «en otros ámbitos no se ha desarrollado y de momento no existe un Estado paralelo». Un indicio de cómo Cuba, modelo del proyecto, «tenía mucha influencia» al principio pero la ha ido perdiendo a favor «de los iraníes, de los rusos» y de China.
Por otro lado, Moronta se pregunta hasta qué punto el país bolivariano sigue siendo socialista. En su última Asamblea Plenaria, el pasado enero, los obispos hablaban más bien de «una suerte de “capitalismo socialista salvaje”». En todas las ciudades, explica su vicepresidente, hay «burbujas» con tiendas donde unos pocos «pueden conseguir de todo», incluido uno de los «miles de carros que llegan de Europa y Estados Unidos» sorteando las sanciones. El resto, a pesar de una cierta mejora de los datos macroeconómicos, sigue luchando por salir adelante con un salario mínimo de 5,5 euros al mes, cuando la cesta básica de la compra supera los 350.
«La gente busca cómo sobrevivir» compaginando dos o tres trabajos, con ayuda de fuera o huyendo del país, como han hecho siete millones de compatriotas. Y se desentienden de otras cuestiones. «Saben que no hay una respuesta de la clase dirigente». Los obispos no han dudado en denunciar, como en 2020, que «vivimos en un régimen totalitario e inhumano». Ese mismo año, una misión de la ONU acusó al régimen de 4.600 ejecuciones extrajudiciales y casi 3.500 detenciones arbitrarias. En septiembre pasado, en un informe adicional, documentaba 128 casos de tortura a manos de los servicios de inteligencia. En su último análisis anual, Amnistía Internacional afirmaba que entre 240 y 310 personas seguían detenidas arbitrariamente por motivos políticos.
Pero los venezolanos tampoco esperan gran cosa de la oposición. Quien ha sido su última figura clave, Juan Guaidó, presidente encargado reconocido por parte de la comunidad internacional entre 2019 y enero de este año, «bajó del 70 % al 12 % de popularidad. La gente dice: “Una desilusión más”», explica Moronta. Lo atribuye a que la oposición, además de desunida y sin liderazgo —hay una veintena de aspirantes a encabezarla— «está divorciada del pueblo» y de sus problemas, y busca un cambio meramente político. «Ahora piden que puedan votar quienes están fuera», cuando «no se han ocupado nada de las barbaridades que han hecho con ellos».
¿Qué diálogo?
«Los cambios no pueden darse solo desde una perspectiva partidista», subraya el vicepresidente de los obispos. Por eso se muestra «realista» sobre los contactos propiciados por Colombia en los últimos días, de cara a poder celebrar elecciones libres en 2024. «Los diálogos siempre van a fracasar» a menos que participen también «representantes de los distintos sectores», como los gremios, los obreros, los estudiantes y los sectores populares, y se pongan en la mesa sus preocupaciones. La Iglesia da importancia a los presos políticos y la restauración de la democracia, pero también a «resolver la educación y la sanidad, la libertad de expresión y los derechos humanos de todos».
Consciente como pocos del hartazgo de los venezolanos, ella misma ha tenido «un cambio de actitud». Ha sustituido los «mensajes más orientados a la dirigencia» por un lenguaje pensado para la gente. También está fortaleciendo su acción social —el año pasado Cáritas llegó a 3,2 millones de personas, más del doble que en 2021— y una presencia «más evangelizadora y activa» en los sectores más vulnerables. Esto no implica renunciar a su papel mediador, a pesar de que la participación de un enviado del Vaticano en el diálogo de 2016 no dio fruto visible. A su puerta «sigue llamando gente del oficialismo y de la oposición», apunta Moronta. También se ha implicado en conversaciones a nivel regional, que «funcionan mucho mejor». Un proceso de este tipo, en el que participaron él y las cámaras de comercio, culminó el 1 de enero pasado con la reapertura total de la frontera con Colombia. «Si se imitara a nivel nacional comenzarían a cambiar mucho las cosas», concluye.
2013
- 14 de abril. Maduro gana las elecciones por 1,6 puntos más que Capriles. Se rechazan las impugnaciones.
2016
- 30 de octubre. Arranca el diálogo con mediación del Vaticano. Se rompe en diciembre de ese mismo año.
2017
- 1 de mayo. Maduro convoca una Asamblea Nacional Constituyente para anular la Asamblea Nacional.
2019
- 23 de enero. Juan Guaidó, presidente de la AN, jura el cargo de presidente encargado.
- 3 de mayo. Mercenarios intentan asaltar la costa del país. El Gobierno acusa a Colombia y a EE. UU.
- 6 de diciembre. Elecciones generales, con una abstención del 69,5 % y solo 8,7 % de escaños opositores.