«La gente piensa en ganar el pan, no en la guerra»
Javier, Ana y sus hijos viven en Rivne (Ucrania) desde 2019, a donde se trasladaron como familia en misión. «La situación actual es de normalidad absoluta», aseguran
El mundo sigue pendiente de la decisión que tomará Rusia sobre Ucrania como respuesta a la expansión de la OTAN en la zona. La guerra es una posibilidad real desde hace un año, cuando el país dirigido por Putin comenzó a trasladar tropas hacia la frontera. En la actualidad, más de 100.000 soldados se encuentran ya pertrechados, lo que representa «el reto más grave para el orden de seguridad europeo desde el final de la Guerra Fría», según dijo el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. Ante este panorama, «instamos a la comunidad internacional a renovar su compromiso con la paz y a contribuir activamente en los esfuerzos de diálogo», pidió el cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de la Comisión de los Obispos de las Conferencias Episcopales de Europa, el mismo día en el que el Papa convocó una jornada de oración por la paz en Ucrania.
Celebrada el 26 de enero, a ella se sumó el matrimonio navarro Javier Hernández y Ana del Brío, que viven en este país de Europa del Este desde septiembre de 2019 como familia en misión junto a sus cinco hijos. «Precisamente el jueves de la semana pasada hubo un aviso de bomba en todos los colegios del país y nos llamaron para que fuéramos a recoger a los niños», asegura Ana al otro lado del teléfono. A pesar de este tipo de experiencias, su voz suena tranquila. «La verdad es que estos avisos son frecuentes, pero luego, gracias a Dios, nunca ocurre nada», señala. Con el tema de la guerra pasa algo parecido. «Se debe tener en cuenta que en Ucrania se sufre un conflicto desde 2014. Hay ucranianos muriendo ahora mismo en la zona del Dombás, por lo que no hay más preocupación de la ya habitual», añade Javier, que habla de una «situación actual de normalidad absoluta, con niños que van al colegio y padres que vuelven del trabajo… Ayer mismo fui al supermercado y estaba hasta arriba».
Ambos opinan que «la población está esperando a que ocurra algo de verdad para tomar medidas». Mientras tanto, «tienen muchas otras preocupaciones que atender, porque aquí el día a día es duro. Tienen que luchar por ganarse el pan, por pagar la casa, en definitiva, por sobrevivir». En esa situación, «no te puedes permitir perder el tiempo con algo que todavía no ha pasado y que no depende de uno mismo», subraya Javier.
El matrimonio también está en actitud de espera, pero con la confianza puesta en el Señor. «La verdad es que nuestra primera reacción fue la del egoísmo. Pensamos: “Si pasa algo, nos vamos y ya está”», reconoce Ana. Pero luego «nos entregamos a la oración y Dios nos hizo ver, a través del Evangelio, que debíamos rezar por lo que está ocurriendo, pero no tener miedo». Un día decidieron abrir la Biblia al azar y se encontraron con el pasaje de María Magdalena en el sepulcro: «Vosotros, que buscáis a Jesús, no tengáis miedo». «A partir de ahí, nuestra actitud cambió. Además, hay que tener en cuenta que hemos venido como familia en misión y hay gente que se ha acercado a la Iglesia gracias a nuestro testimonio. No podemos abandonarlos a la primera de cambio», concluye Ana, que está embarazada de su sexto hijo.