La ganadora de Miss Universo es devota de la Virgen y reza a diario
La mexicana Fátima Bosch acaba de convertirse en Miss Universo. Se presentó «no por fama ni vanidad» sino «para hacer un cambio»
Fátima Bosch es la cuarta mexicana ganadora de Miss Universo. Se ha hecho con el mismo galardón este mismo viernes en Tailandia, donde se celebró el certamen de belleza mientras los españoles dormían. Lo particular de su caso es que se declara abiertamente católica y es muy devota de la Virgen. De hecho, en la maleta que se llevó a Bangkok tenía —aparte de la bandera de su país— una imagen de María. Además, en las entrevistas televisivas durante la gala, la modelo de 25 años contó cómo escucha a diario un podcast que se llama ¿Qué haría Jesús? y, en el mismo día en que se barajaba si concurrir a la competición o no, le sorprendió que su último episodio se titulara: Dios quiere, ¿yo quiero?.
Sostenida por la oración y amistad
Además, en la fase nacional previa, Fátima Bosch contó en televisión a los periodistas mexicanos que conducían el concurso que ella decidió presentarse «porque los sueños se convierten en realidad y, porque Dios así lo quiso, hoy estoy aquí». Posteriormente, en otras entrevistas desgranando cómo se dio aquella noche, la ganadora reveló las tensiones y falta de deportividad que caracterizan a estas competiciones. En su caso particular, ella asegura que en la final mexicana otras concursantes le hicieron comentarios hirientes. Sin embargo, los relativizaba porque «estaba concentrada viendo al cielo».

Dos claves le ayudaron a no amilanarse. La primera, su oración, porque «le pedí a Dios que me ayudara». La segunda, el factor humano y las relaciones que había construido, pues «sentí un abrazo de la representante de Tamaulipas», quien le dijo: «No te dejes, respira».
«Dios sabe que no estoy aquí por la fama»
A lo largo de las diferentes entrevistas que ha concedido en estos meses, Fátima Bosch ha asegurado que «Dios sabe que yo no estoy aquí por fama ni por la vanidad de ser la más bonita». Y considera que «tengo un propósito: llevar luz a los lugares donde ha habido oscuridad y dolor». De acuerdo con su interpretación, la corona de Miss Universo «me abre las puertas para hacerlo». Es por eso que, una vez erigida como vencedora de la noche, declaró que lo realmente importante «no se trata de la corona en mi cabeza sino de la voz que levanto con ella».

Es también destacable que, durante los típicos turnos de preguntas a las modelos propios de este tipo de concursos, ella quiso mandar dos mensajes claro. Por un lado, «como mujer y como Miss Universo, quiero alzar mi voz y ponerla al servicio de los demás porque estamos para hacer un cambio». Y en la segunda ronda de preguntas pidió a los espectadores que «creáis en el poder de vuestra autenticidad y nunca permitáis que nadie os haga dudar de vosotros mismos ni de vuestro valor».