La Fundación Pablo VI aborda el problema de la corrupción: «No basta con denunciar» - Alfa y Omega

La Fundación Pablo VI aborda el problema de la corrupción: «No basta con denunciar»

«No basta con denunciar»… La Iglesia debe impulsar «un gran movimiento para la reforma de la democracia y de los partidos políticos», propone monseñor Mario Toso, Secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz. El prelado vaticano inauguró, el lunes pasado, en Madrid, el XXI Curso de Doctrina Social de la Iglesia, de la Fundación Pablo VI, dedicado al tema Rehabilitar la democracia, con la mirada puesta en el descrédito de la política y en los continuos casos de corrupción que sacuden la vida pública española

Ricardo Benjumea
Manifestantes del movimiento 15-M, en la madrileña Puerta del Sol, el 13 de mayo de 2012.

La corrupción fue el gran tema del Curso de Doctrina Social de la Fundación Pablo VI de este año, habitualmente dedicado a un tema de actualidad, o de especial interés. Hay preocupación en la Iglesia y en el conjunto de la sociedad, explicó don Fernando Fuentes, Director del Secretariado de la Comisión episcopal de Pastoral Social. «Venimos advirtiendo una degradación de la política –explicó–, bien por la impotencia ante la solución de los problemas», o por los escándalos de corrupción, en un momento en que «hay varios cientos de casos sometidos en España a las instancias judiciales».

Entre los participantes del curso, clausurado ayer, estaban monseñor Mario Toso, el Letrado del Consejo de Estado Jesús Avezuela, la profesora Edurne Uriarte, o el ex embajador ante la Santa Sede, don Francisco Vázquez. La presentación corrió a cargo de monseñor Santiago García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz y presidente de la Comisión episcopal de Pastoral Social. El obispo lamentó los casos de corrupción que «están escandalizando y provocando una peligrosa desconfianza en los políticos», que, según dijo, «son imprescindibles en la vida social». Ante la corrupción, no basta ya con «la revisión de las estructuras y mecanismos de control», sino que la situación «está pidiendo con urgencia un nuevo tipo de personas con motivaciones dignas, capaces de rehabilitar la democracia».

El Roto, en El País.

Monseñor García Aracil se refería a los gobernantes –llegó a proponer una escuela de políticos–, pero también al conjunto de la ciudadanía. Es necesario «prestar atención a la educación cívica y política a todos los niveles», dijo. Eso incluye la revisión del propio concepto de democracia, ya que «una democracia sin valores se convierte en un totalitarismo visible o encubierto», advirtió, y lamentó que, en España, se están conculcando «valores que ningún Estado puede crear, modificar o destruir». Y añadió: «Creemos que la democracia es fruto de los pactos nada más, ¡y se puede pactar cada barbaridad!».

El Estado, débil con los fuertes

La pérdida de los parámetros antropológicos y éticos fue precisamente el punto de partida para el Secretario vaticano del Consejo Pontificio Justicia y Paz, que puso como ejemplos la liberalización del aborto, la redefinición del matrimonio, o la limitación de la libertad religiosa, también en Occidente, donde, entre otras cosas, se restringe progresivamente el derecho de los cristianos a la objeción de conciencia. Ese «debilitamiento ético» es una de las causas del descrédito de las democracias, al que se suma «el predominio de una mentalidad mercantil», que considera los derechos sociales no ya como «columna fundamental de civilización», sino como «secundarios o incluso un lujo».

Frente a «una más quisquillosa voluntad de dominio en el terreno ético-religioso», mediante la cual el Estado se arroga competencias que no le pertenecen, vemos hoy que el poder político renuncia a intervenir «en el campo económico-financiero y ambiental». En otras palabras, «el Estado aparece débil con los fuertes, pero prepotente con los que no le pueden chantajear con el dinero o con la violencia».

Un momento de la inauguración del Curso.

Monseñor Toso lamentó cómo «la crisis financiera y económica ha vaciado las cajas de los Estados», que han recapitalizado los Bancos, sustrayendo el dinero al gasto social. En definitiva, se ha producido una «extrema precariedad», que «arruina la confianza en la sociedad» de los ciudadanos. «Los problemas sociales son criminalizados», añadió, mientras «la represión aumenta y ocupa el puesto de la solidaridad. La presión del mercado de las viviendas y el fuerte paro son descuidados a favor de políticas asociadas al control».

Tampoco hay confianza en los partidos, cada vez más alejados del pueblo, lo que lleva a los ciudadanos a «un repliegue sobre sí mismos, a la incapacidad de pensar y de moverse junto con los otros, de hacerse pueblo y de ser ciudadanos». En ese contexto, se explica el surgimiento, sobre todo entre los jóvenes, de movimientos como los Indignados, Occupy Wall Sreet o el movimiento italiano Cinco Estrellas. Monseñor Toso valoró algunos aspectos positivos en ellos, pero advirtió de sus límites, y del «peligro de un nuevo oligarquismo», a manos de unos pocos que, de facto, llegan a controlar estos grupos.

En todo caso, el Secretario de Justicia y Paz tiene claro que, «a los jóvenes, no se les puede seguir diciendo simplemente que tengan paciencia, sino que hay que abrirles a la participación política». Para ello hay que impulsar «un gran movimiento para la reforma de la democracia y de los partidos», según dijo en el turno de preguntas. «No basta con denunciar. Es necesario trabajar, hacer presión sobre los partidos, entrar en ellos y renovarlos». Y, «dado que no se ve un gran movimiento» en este sentido, concluyó: «Creo que la Iglesia debe ser la que lo impulse».

Más información y vídeos de las ponencias: www.fpablovi.org.

Propuestas contra la corrupción

La lucha contra la corrupción, una tarea jurídica, ética y educativa, era el título de una de las mesas redonda del Curso de Doctrina Social, en la que participaron don Eugenio Nasarre, diputado del Partido Popular; el magistrado Antonio del Moral, de la Sala II del Tribunal Supremo, y José Ramón López de la Osa, profesor de la Facultad de Teología de Valencia.

«Veo con pena que la crisis económica, sumada a la corrupción, ha suscitado una desafección ante la clase política», reconoció el político popular. Nasarre, que cuenta con una larga trayectoria política, alabó el modelo de democracia construido en la Transición, cuando todos los españoles supieron conciliar sus intereses con la unidad. Y lamentó que, aun cuando la corrupción acompaña desde siempre al poder, en España se ha convertido en una patología. El político analizó los posibles factores que han llevado a nuestro país a esa situación: un gran aumento del gasto público, el debilitamiento de los sistemas de control, o el exceso de poder que se les ha otorgado a los poderes políticos. Pero, además, «la democracia se corrompe si no se apoya en sólidos principios morales», añadió el diputado, tras constatar que nos hemos acostumbrado a exigir derechos, olvidándonos de los deberes y los valores. «Hay que aprovechar esta crisis para avanzar en este debate moral», concluyó.

Antonio del Moral explicó que, aun cuando la justicia es una herramienta esencial para luchar contra la corrupción, no se puede pretender que sea la única solución. El magistrado citó el adagio clásico de que la mujer del César no sólo tiene que ser honesta, sino parecerlo, pero dio un paso más. «Actualmente, se ha cambiado el parecer por el ser. Hoy diríamos que no sólo debemos parecer honestos, sino serlo», dijo. Tras constatar que todos los Gobiernos pretenden luchar contra la corrupción a través de la Reforma del Código Penal, Antonio del Moral señaló que, en muchísimos casos, la corrupción sale a cuenta, ya que las multas que se pagan a la larga son menos cuantiosas que lo que se gana. «¡La corrupción nunca puede ser un crimen rentable!», exclamó el jurista.

Por último, José Ramón López de la Osa constató que, actualmente, hay una gran indiferencia entre la mayoría de los ciudadanos, que no se ven representados por los políticos. Un ejemplo es el movimiento de los indignados. «Parece que la democracia ya no responde a la situación actual», sentenció el profesor de la Facultad de Teología de Valencia. A este problema, López de la Osa sumó el imperialismo de la economía, que obliga a los gobernantes a tomar decisiones más allá de la democracia.

Paula Rivas

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