«La fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza»
El Papa ha presidido la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro y ha bautizado a 8 personas
Pasados pocos minutos de las 19:30 horas, en una basílica de San Pedro sumida en la oscuridad, se ha hecho la luz, la luz de Cristo resucitado. El Papa Francisco ha presidido esta celebración de la Noche Santa, en la que se canta la victoria del Señor sobre la muerte y el pecado. No asistió este viernes a la celebración del vía crucis en el Coliseo por el intenso frío que hace aún en la Ciudad Eterna al caer la noche y para reservar fuerzas para esta ceremonia, probablemente la más larga del calendario litúrgico.
Una celebración que, además, incluye el bautismo de los nuevos catecúmenos. Así, tras la liturgia de la Palabra, el Pontífice ha administrado el sacramento de la iniciación cristiana a ocho personas provenientes de Albania, Estados Unidos, Nigeria, Italia y Venezuela.
Francisco ha pronunciado una hermosa homilía en la que ha invitado a todos a volver a Galilea. En primer lugar, ha evocado a las mujeres que, tras hallar el sepulcro vacío, fueron las primeras apóstoles que dieron testimonio de la Resurrección. «La cita con el Resucitado es allí. El nuevo nacimiento de los discípulos, la resurrección de sus corazones pasa por Galilea. Entremos también nosotros en este camino de los discípulos que va del sepulcro a Galilea», ha explicado el Papa con voz decidida.
«La alegría del encuentro con Jesús»
Las mujeres que acudieron al sepulcro pensaban que visitaban un lugar de muerte y que todo había terminado. Antes de pensar que había una Galilea estaban sumidas en la tristeza. El Papa ha dicho que eso también nos sucede a nosotros, «que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado mientras que en el presente vemos, sobre todo, tumbas selladas». Esas «tumbas» son la tristeza, el pecado, el fracaso, la ansiedad, el cansancio de la vida cotidiana y «de exponernos en primera persona frente a la indiferencia de un mundo donde parece que siempre prevalecen las leyes del más astuto y del más fuerte». Otras «tumbas» que ha enumerado el Papa son la corrupción, la injusticia, la guerra o la muerte que «nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias, y fácilmente quedamos atrapados por la desilusión y se seca en nosotros la fuente de la esperanza».
Ante estos infortunios, el Santo Padre ha invitado a imitar a las mujeres que no se quedaron paralizadas ante la tumba, sino que corrieron para anunciar la Resurrección y porque había una meta para encontrar a Cristo, Galilea. «Pero, ¿qué significa ir a Galilea?», ha preguntado el Papa. Galilea es «salir de lo escondido para abrirse a la misión» y también «significa volver a los orígenes, porque precisamente en Galilea había comenzado todo».
«Por tanto, ir a Galilea significa volver a la gracia originaria; significa recuperar la memoria que regenera la esperanza, la memoria del futuro con la que hemos sido marcados por el Resucitado», ha señalado Francisco. Para superar esa apatía, en palabras del Papa, «ese polvo que se deposita en tu corazón», hay que volver a Galilea, «allí donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús»: «Para resurgir, para recomenzar, para retomar el camino, necesitamos volver siempre a Galilea; no al encuentro de un Jesús abstracto, ideal, sino a la memoria viva, concreta y palpitante del primer encuentro con Él».
Vuelve a ese primer encuentro
Por ello, para «seguir caminando», Francisco ha exhortado a volver a esa Galilea, «el primer amor»: «Cada uno de nosotros conoce dónde tuvo lugar su resurrección interior, ese momento inicial, fundante, que lo cambió todo. No podemos dejarlo en el pasado, el Resucitado nos invita a volver allí para celebrar la Pascua. Recuerda tu Galilea, haz memoria de ella, reavívala hoy. Vuelve a ese primer encuentro. Pregúntate cómo y cuándo sucedió; reconstruye el contexto, el tiempo y el lugar; vuelve a experimentar las emociones y las sensaciones; revive los colores y los sabores».
Y no hay mejor momento para regresar a ese lugar que la noche de Pascua. Su fuerza «nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza». «El Señor, experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo, quiere iluminar tu memoria santa, tu recuerdo más hermoso, hacer actual el primer encuentro con Él», ha concluido el Papa.