«La fe verdadera abre la mente y el corazón, no los cierra» - Alfa y Omega

«La fe verdadera abre la mente y el corazón, no los cierra»

En el ángelus, Francisco ha pedido también paz para conflictos olvidados como el de Sudán o el de Myanmar

Ángeles Conde Mir
Francisco durante el ángelus. Foto: CNS photo/Vatican Media

Basta con caminar algunos minutos por Roma para percibir la ola de calor ininterrumpida que vive buena parte de Italia desde el 15 de julio. Y, sin embargo, los peregrinos y fieles siguen sin faltar un solo domingo a su cita del mediodía en la plaza de San Pedro con Francisco, pese a que la temperatura a esa hora no baja de los 36 grados.

El Papa ha saludado a estos valientes con un sonoro «buona domenica». En su catequesis previa al rezo del ángelus, ha reflexionado sobre la diferencia entre escuchar realmente la voz de Dios o practicar una fe cómoda para reafirmarnos en lo que pensamos. Lo ha hecho a partir del Evangelio de este domingo que narra cómo los judíos se sorprendían de que Jesús afirmara: «He bajado del cielo». 

El Santo Padre ha explicado que los judíos no podían comprender cómo uno como Jesús, de origen humilde y con familia y amigos humildes, pudiera ser tan normal y «manifestarse de manera tan ordinaria». El Papa ha asegurado que los judíos se encontraban «bloqueados en su fe» por su idea preconcebida sobre los orígenes de Jesús y, por tanto, «por la presunción de que no tenían nada que aprender de Él».

«Tienen sus esquemas rígidos y no hay lugar en sus corazones para lo que no encaja en ellos, para lo que no pueden catalogar y archivar en las estanterías polvorientas de sus certezas», ha sentenciado Francisco. «Es verdad, tantas veces nuestras certezas permanecen así, polvorientas, como libros viejos», ha proseguido.

También ha recordado que estos judíos eran personas religiosas, aunque no por ello supieron reconocer al Señor. Esto se debe a que «realizan sus prácticas religiosas no tanto para escuchar al Señor, sino más bien para encontrar en estas una confirmación a lo que ellos ya piensan». Por eso, no se preocupan de preguntar a Jesús o de saber más, sino que prefieren cerrarse en sí mismos y «así no son capaces de creer». «Cuánto daño hace la cerrazón de corazón», ha exclamado el Pontífice.

Francisco ha contado que esto también nos puede pasar a nosotros, «es decir, puede suceder que en lugar de escuchar realmente lo que el Señor tiene que decirnos, busquemos en Él y en los demás solo una confirmación de lo que pensamos nosotros, de nuestras convenciones, de nuestros juicios».

Así, el Santo Padre ha advertido de que esa forma de relacionarnos con Dios no ayuda a encontrarlo de verdad, sino a mantener prejuicios y cerrazones. «La fe y la oración verdaderas abren la mente y el corazón, no los cierran», ha concluido el Papa.

Por último, ha deseado que cada uno se pregunte si es realmente capaz de escuchar a Dios más allá de prejuicios o miedos.

Tras el ángelus, antes de despedirse de los fieles, ha insistido en su llamamiento a la paz también en los conflictos ya olvidados como el de Sudán y el de Myanmar. Lo ha hecho recordando los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, un 6 y un 9 de agosto de hace 79 años. «Mientras seguimos encomendando al Señor a las víctimas de aquellos hechos y de todas las guerras, renovemos nuestra intensa oración por la paz, especialmente por la martirizada Ucrania, Oriente Medio, Palestina, Israel, Sudán y Myanmar», ha pedido Francisco.

Además, ha rezado por los fallecidos en un accidente aéreo en Brasil que ha dejado un saldo de 62 víctimas mortales.