La fe es un amor que se recibe - Alfa y Omega

El Año de la fe nos ha llegado como un precioso regalo del Papa Benedicto XVI.

En toda la Iglesia se está recibiendo como una gracia del Señor; lo que nos puede venir es muy bueno. Todo lo estamos preparando con la mirada puesta en Jesucristo y con la actitud humilde de quien sabe que la fe nos viene por un amor que se recibe; que la fe es un don recibido, por gracia, del Señor. Es indispensable reconocer la primacía de la gracia: Dios siempre nos precede y acompaña.

El Papa ha apuntado a una causa muy especial para esta convocatoria: una profunda crisis de fe. No nos podemos sentir excluidos, sino que, por el contrario, situémonos con humildad en el lado de los siempre necesitados de conversión: hay causas de esta crisis que vienen de corrientes de pensamiento que van poco a poco erosionando la fe, pero hay otras cuyo origen lo podemos encontrar en el interior de nuestras mismas comunidades cristianas.

En algunos católicos se ha instalado una mentalidad secular e individualista, una fe vivida de modo privado, una separación entre fe y vida. Los que tenemos la obligación de ser sal y luz en el mundo, no podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta.

Es necesario hacer un recorrido espiritual, catequético, celebrativo, testimonial y misionero: oración personal y comunitaria, revitalizar el sacramento de la Penitencia, retiros y Ejercicios espirituales, ahondar en los contenidos del Credo, del Catecismo de la Iglesia católica, organizar peregrinaciones y encuentros lúdicos para expresar juntos la alegría de creer, difundir el Credo, subrayar el valor de las pilas bautismales, mostrar el rostro de la caridad de la Iglesia, comprometerse en acciones de primer anuncio…

El kerigma ha de recuperar toda su fuerza y actualidad. Cualquier acción pastoral ha de comenzar por un anuncio explícito e incisivo: cursos prematrimoniales, encuentros prebautismales, preparación a la Comunión y a la Confirmación, predicaciones dominicales…: hay que poner el primer anuncio en todo, anunciar a Cristo de modo explícito. Todo empeño necesita un clima de evangelización.