La farmacia de guardia contra la soledad
El Teléfono Dorado, impulsado por Mensajeros de la Paz, cumple 25 años haciendo que «la gente se sienta valiosa y escuchada»
El acto con el que se celebraron los 25 años del Teléfono Dorado duró tan solo 30 minutos. Pero en ese corto periodo de tiempo Ana María Brea, directora de esta iniciativa de Mensajeros de la Paz, recibió más de 45 llamadas, lo que revela hasta qué punto la soledad es un problema en España. Según el Instituto Nacional de Estadística esta «auténtica epidemia» —como la llamaron los obispos de cara a la Jornada del Enfermo 2020— afecta a alrededor de un 10 % de los españoles. 4.732.000 personas viven solas en nuestro país y casi la mitad —un 43,1 %— tiene más de 65 años.
Mensajeros de la Paz lleva desde el 2 de octubre de 1995 luchando para paliar los efectos de esta pandemia silenciosa. Ese día se inauguró oficialmente el Teléfono Dorado, cuyo nacimiento surgió en una reunión convocada a iniciativa del padre Ángel y en la que también participó el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, y el presidente en ese momento de Telefónica, Cándido Velázquez-Gaztelu. «Se acordó lanzar un teléfono que estuviera a disposición de todas las personas que se encontraban en situación de soledad en España», explica Brea. La línea se activó, de manera gratuita, en el teléfono 900 22 22 23.
Un cuarto de siglo después ese mismo número sigue activo. Ana María y un equipo habitual de 94 voluntarios —en la actualidad son 70 a causa de la pandemia— contestan desde el otro lado de la línea. «Se trata de que todo el que llame se sienta realmente valioso, importante y, sobre todo, que sienta que nunca va a estar solo».
Al contrario de lo que ha ocurrido con el número de voluntarios, la pandemia ha disparado el número de llamadas. «Estamos desbordados», reconoce la directora. «A las personas que viven solas, el encierro les ha generado mucha angustia. Los pocos contactos sociales que tienen normalmente son cuando salen a la calle o viene algún familiar a visitarlas, pero todo eso ahora se ha acabado».
Aumento del suicidio
También ha aumentado de un tiempo a esta parte «algo que no era muy habitual: las llamadas de gente con intención de suicidarse». Brea recuerda una sucedida recientemente. «Llamó un señor de Málaga que nos contaba que había intentado suicidarse dos veces en agosto», cortándose las venas y tomándose un bote de pastillas con alcohol. Nos dijo que ahora «lo iba a volver a intentar porque no podía seguir llevando esta vida». Se va a jubilar en marzo del año que viene, pero «no aguanta más porque cobra alrededor de 400 euros y destina la mitad a una habitación».
Para este tipo de situaciones extremas, Ana María Brea cuenta con tres voluntarias que son psicólogas. «Una de ellas consiguió tranquilizarlo y quedaron en hablar más veces. Pero, de pronto, el señor dejó de contestar a las llamadas. Al final logramos contactar con el casero. Nos dijo que le había preparado la maleta para que, cuando volviera del hospital, se fuera de la habitación». Se había intentado quitar la vida de nuevo.
Tras este caso, la directora confiesa que se hundió y «solo logré reconfortarme después de saber que al final pudimos derivar el caso a una asociación de Málaga. Se acercaron incluso al hospital para empezar a tratarle».
El perfil más habitual, sin embargo, es el de Teresa. Ella es de Alicante, extrabajadora de Cruz Roja; tiene 83 años y empezó a llamar al Teléfono Dorado hace uno y medio. No hacen falta muchas preguntas para que cuente su historia de corrido. «Nunca me casé y vivo sola. Soy señorita prolongada», aclara. Al teléfono de Mensajeros suele llamar «varias veces al día» porque «si no hablo con ellos, no hablo con nadie». Por eso «les digo que son mi farmacia de guardia, porque son mi medicina contra la soledad», concluye Teresa.