La familia... y Uno más
La devoción al Corazón de Jesús cobra un nuevo impulso entre las familias jóvenes. En Navarra, 60 matrimonios en un año han entronizado una imagen en su casa, gracias a una cadena de «espiritualidad sostenible» que rescata tallas en desuso y las vincula a la pastoral familiar
Mercedes lleva más de 20 años trabajando en las trastiendas de la Delegación de Patrimonio del Arzobispado de Pamplona. Gracias a su licenciatura en Historia del Arte, hace inventarios de piezas antiguas, traslada archivos, pone en contacto a parroquias y restauradores… Una o dos veces al año llegaba a sus manos alguna talla doméstica del Sagrado Corazón, que personas anónimas remitían al Obispado «porque iban a desmantelar la casa de los abuelos ya fallecidos, o porque había aparecido en algún baúl, y sus nuevos propietarios no querían ponerla en su vivienda, pero tampoco les parecía bien tirarla».
Un día, hace poco más de un año, el sacerdote Santiago Arellano, delegado de Pastoral Familiar de la archidiócesis navarra y párroco del templo de San Fermín, pidió a Mercedes una de aquellas imágenes para regalársela a una pareja recién casada, que él mismo había acompañado en su preparación al matrimonio. No era un simple obsequio piadoso por regalo de bodas, sino una imagen devocional para que la recién estrenada familia pudiese entronizarla en su nuevo hogar. «En los cursillos prematrimoniales –explica–, les hablamos del Sagrado Corazón, porque una de las promesas que hizo Jesús en sus revelaciones a santa Margarita María de Alacoque –que han sido aprobadas por la Iglesia–, fue que bendeciría los hogares en los que su Corazón fuese honrado. Y es normal, porque el Corazón de Jesús es imagen del amor fuerte, incondicional y generoso de Dios, que es el que necesita una familia para vivir su día a día y superar cualquier bache».
La experiencia fue tan satisfactoria que a esa primera petición le siguió otra, y otra, y otra más. Las reservas de imágenes se agotaron en el almacén del Obispado, y entonces, como explica Mercedes, «pensé que si poníamos un anuncio en el boletín diocesano la gente podría enviar tallas del Sagrado Corazón que tuviesen guardadas. Y claro, como estas ocurrencias vienen porque el Señor te da la lucecita, ya se sabe lo que pasa después…». Y lo que pasó es que, en menos de un año, han recibido casi 60 imágenes, que han pasado ya a manos de otras tantas familias.
Un corazón desgastado a besos
«La mayoría –dice Mercedes– vienen de gente que no quiere que se pierda el culto a Jesús desde su talla, pero que sospechan que la imagen que tanto cariño tienen puede acabar en un anticuario, en un armario o en la basura». «Por ejemplo, una señora que se iba a vivir a una residencia y no podía llevarse la talla, nos trajo una imagen completamente desgastada, porque cuando el que iba a ser su marido se fue a la guerra, ella le prometió al Corazón de Jesús que si volvía con vida, besaría cada día la imagen. El marido volvió sano, ella cumplió su promesa, y ahora, no quería que la imagen que tanta oración tenía detrás se pudiese perder en la basura», añade.
Las tallas más deterioradas son restauradas de forma gratuita en el Obispado, donde se les devuelve el lustre sin arrancarles la historia de vida, fe y devoción que cada una esconde. Por eso, cada familia que recibe una talla se compromete a rezar por sus antiguos propietarios, creando «una cadena de espiritualidad sostenible preciosa, y que alivia mucho a los donantes, porque saben que de esta forma no se pierde la devoción al Sagrado Corazón».
Una devoción que vuelve
El temor de muchos donantes no es infundado, pues en las últimas décadas la devoción al Corazón de Jesús –una de las más acendradas durante siglos en nuestro país–, había ido cayendo en el olvido, sepultada bajo clichés y prejuicios que lo vinculaban con el nacionalcatolicismo. «Entre los jóvenes y los más mayores –explica Santiago Arellano– hay una generación intermedia que tiene una imagen estereotipada del Sagrado Corazón, ligada al franquismo. Pero cuando a los jóvenes, que están libres de tópicos, les explicas que Dios tiene un corazón humano que sufre y se alegra con y por nosotros, que Jesús es una Persona y no una idea, y que cuida a la familia porque engrandece el amor humano, no solo lo entienden sino que quieren acercarse a Dios desde esta espiritualidad, que presenta a Jesús como Señor y amigo, Dios y hombre».
Como delegado de Pastoral Familiar, Arellano sabe que «a muchas familias volver al Sagrado Corazón les está cambiando la vida». «Hace poco –cuenta– llegó al Centro de Orientación Familiar una pareja a punto de separarse. Les hicimos un acompañamiento específico y fuimos a su casa a entronizar la imagen». La entronización no es una oración sin más, ni exige una imagen de Jesús sentado, sino que se trata de una breve ceremonia donde «se les explica que Jesús pasa a ser huésped y Señor de ese hogar, y que esa imagen es en casa la presencia espiritual de Jesucristo como el sagrario es en una parroquia su presencia sacramental. Por eso se pone en un lugar céntrico, donde cada día se reza en familia y donde se hablan los problemas, se pide perdón, se pide ayuda y se dan las buenas noticias». Para aquella pareja en crisis, «rezar juntos, poner su día a día en común y en presencia de Jesús, hablar los problemas pidiendo ayuda al Sagrado Corazón y dispuestos a perdonarse, fue algo renovador que salvó su matrimonio». Y concluye: «El Corazón de Jesús bendice a las familias. Y el que no se lo crea, que entronice su imagen y ya verá lo que pasa…».