Este viernes, 30 de diciembre, la Iglesia celebra la Jornada de la Sagrada Familia. Se trata de una ocasión única para descubrir que esta es un «lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación al amor», en expresión de los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida.
En su mensaje, los prelados subrayan que en la familia «uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene», al tiempo que alientan a cuidar la educación en su seno y a facilitar el encuentro con el Señor para que cada uno pueda descubrir la llamada que este le hace. Solo así surgirán vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada o al matrimonio, y compromisos firmes para transformar la sociedad.
De hecho, en este contexto de incertidumbre económica, la familia ha emergido de nuevo como el mayor apoyo para las personas y para su desarrollo. Además, como señaló el Papa Francisco hace unas semanas al Fórum de Asociaciones Familiares de Italia, la familia «basada en el amor» está «abierta y atenta a lo que sucede fuera del hogar», en su entorno, y se convierte en «motor de fraternidad y amistad social».