La familia de la periodista muerta en Cisjordania busca el apoyo del Vaticano
Este miércoles, el hermano y las sobrinas de Shireen Abu Akleh estuvieron con el Papa. La periodista «se ha convertido en un símbolo del deseo del pueblo palestino de vivir en su patria con dignidad y libertad», aseguró el partiarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizaballa
La familia de Shireen Abu Akleh, la periodista palestina fallecida el 11 de mayo al recibir un disparo de un soldado israelí, ha viajado al Vaticano para reclamar justicia. El miércoles por la mañana, el Papa Francisco los saludó al final de la audiencia general.
«Nos dio su bendición, rezó sobre la foto de Shireen», relataba a Rome Reports Lina, sobrina de la periodista de Al Jazeera. También se reunieron con el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, y con el también cardenal Leonardo Sandri, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales. Acompañados por el franciscano Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa, les hicieron llegar sus petición de que «sigan presionando a la administración estadounidense para que se haga una investigación independiente, ya que Shireen era ciudadana estadounidense».
Asimismo, confían en que «el Vaticano apoye todos nuestros esfuerzos» también ante la Corte Penal Internacional, ante la que han presentado una solicitud para que se investigue esta muerte. «Es importante que existan mecanismos para que los autores rindan cuentas», aseguraba Lina.
La familia también aprovechó la ocasión para agradecer las palabras del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, cuando el pasado septiembre ante la Asamblea General de la ONU mostró la «preocupación» de la Santa Sede por «la cuestión palestina». Compartió al mismo tiempo su cercanía «por los sufrimientos causados por el asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh durante el tiroteo entre el ejército israelí y algunos palestinos», así como por las tensiones durante su funeral.
«Una mártir de la verdad»
Después del encuentro con el Papa, por la tarde la familia de Shireen participó en una Misa por ella en la basílica romana de Santa Maria in Cosmedin. La organizó el Patriarcado grecomelquita de Antioquía —al que pertenecía— y el Alto Comité Presidencial para los Asuntos de las Iglesias de Palestina. La celebración estuvo presidida por el archimandrita Chihade Abboud, procurador de esta Iglesia ante la Sanat Sede.
En la homilía, recordó que está a punto de cumplirse medio año desde la muerte de Abu Akleh. Aseguró que fue una «mártir, testigo de la verdad», pues fue una persona de las que «buscan la verdad y creen en ella».
El periodista, añadió, tiene la función de «hacer cercanas las realidades dolorosas», compartir la información y mostrar «la realidad social». «Si es un buen profesional, podemos decir que es la boca de la verdad, porque no se calla» ni siquiera ante el riesgo de muerte o de sufrir distintas adversidades. «Querida hermana Shireen: has cumplido con tu deber misionero como periodista hasta el último día», alabó Abboud.
Al final de la celebración, el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, subrayó que «Shireen se ha convertido en un importante símbolo del deseo del pueblo palestino de vivir en su patria con dignidad y libertad como cualquier otro pueblo. Un pueblo que lleva años esperando que se le conceda y reconozca este derecho», recoge Rome Reports, que cubrió la celebración.
«No hay paz sin justicia»
El hermano de la periodista, Anton Abu Akleh, afirmó a AsiaNews que el encuentro fue «importante y emocionante». Como cristianos, «es muy importante la cercanía del Papa y del cardenal» Parolin. Les da «fuerza» para luchar «por la verdad y la justicia» y para «honrar la memoria» de su hermana. «Es lo mínimo que podemos y debemos hacer».
Se trata, añadió, de una batalla «que hemos emprendido en nombre y representación de todo el pueblo palestino». Esta búsqueda de justicia «es fundamental, también y sobre todo desde una perspectiva de paz, porque no hay paz sin justicia». Y pasa por «detener la agresión» israelí y «la matanza de civiles y periodistas».
Según Anton, su hermana fue asesinada por un francotirador israelí «que sabía que estaba atacando a un objetivo civil» durante un operativo militar en Yenín, Cisjordania. «Pero hasta ahora» el Ejército y sus soldados han disfrutado de «un clima general de impunidad». Él cree que fue eliminada «de forma intencionada» porque «era una voz por la paz, contra la ocupación, y trabajó para dar voz al sufrimiento de un pueblo».
En su investigación interna, el Ejército israelí ha reconocido «la alta probabilidad» de que fuera uno de sus soldados quien disparó a la trabajadora de Al Jazeera. Se trataría, según ellos, de un error al haberla confundido con una militante armada, a pesar de que llevaba un chaleco antibalas que la identificaba como prensa. El disparo se produjo con un arma con mira telescópica que agranda la imagen hasta cuatro veces.
Escalada en Nablús
Mientras tanto, la escalada de violencia en los territorios ocupados no se detiene. La ciudad de Nablús lleva más de dos semanas asediada por las Fuerzas Armadas israelíes, que luchan contra una milicia de reciente creación, Areen Al Usud o la Guarida del León. El martes, su intervención se saldó con la muerte de seis palestinos, tres de los cuales estaban armados. Otro era un manifestante acribillado mientras lanzaba piedras a los soldados. Como respuesta, se convocó un «día de la ira» y una huelga.
«La situación es muy grave y difícil», afirmaba a AsiaNews Faltas, el vicario de la Custodia de Tierra Santa. «Tenemos muerto todos los días; desde principios de año ha habido más de 180, de los cuales 47 son niños. Todos estamos muy preocupados, existe el temor de que se salga de control y nadie sabe cómo puede terminar. Vivo en Tierra Santa desde hace 33 años y nunca he visto una situación tan grave».