La estrella que ya ilumina Barcelona - Alfa y Omega

La estrella que ya ilumina Barcelona

Fue diseñada por Gaudí y corona la torre de la Virgen María, la segunda más alta de la Sagrada Familia, cuya inauguración es «un acontecimiento histórico»

José Calderero de Aldecoa
Foto: Inés Baucells.

Después de cuatro años de trabajo, la basílica de la Sagrada Familia por fin ha concluido la construcción de la torre de la Virgen María, inaugurada el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, tras la celebración de una Misa presidida por el arzobispo de Barcelona. En ella, el cardenal Omella recordó que «santa María quiere ser nuestra luz en medio de la oscuridad». Unas palabras que se hicieron patentes unos minutos después del «podéis ir en paz», momento en que se encendió por primera vez la estrella luminosa –proyectada en su día por Antonio Gaudí– que corona la torre, que será la segunda más alta del templo.

En palabras de Esteve Camps, presidente delegado de la Fundación Junta Constructora de la Sagrada Familia, se trata de «un acontecimiento histórico». Y no es el único que lo cree. «Ayer mismo la alcaldesa de la ciudad, que no destaca por su simpatía hacia la religión o la basílica, dijo que la torre y la estrella eran lo más representativo de la ciudad de Barcelona», asegura el presidente.

Basta mirar el larguísimo programa de actos de la inauguración, a la que se sumó incluso el Papa Francisco a través de un vídeo y que se extenderá hasta el día 5 de enero, para darse cuenta de la importancia del hito. De entre todos los actos, Camps subraya la oración que el prior de Taizé dirigió en la basílica para dos millares de jóvenes el pasado domingo y la inauguración de una escultura colaborativa: «Hemos repartido 2.000 kits, en cuyo interior hay una piedra y pinturas, para que los usuarios de 22 centros que atienden a personas con discapacidad y ancianos puedan dibujar lo que para cada uno de ellos representa el templo», explica el presidente. Todos los cantos serán colocados en una maqueta, diseñada por el Colegio de Aparejadores de Barcelona, que representa la torre de la Virgen María y estará expuesta dentro de la basílica.

2026, año clave

Con el punto y final de esta fase, ahora las miradas están puestas en la torre de Jesucristo, la que más cerca del cielo estará en el futuro. «Nos haría mucha ilusión poder terminarla en 2026, que es el año que se conmemora el centenario de la muerte de Gaudí», confiesa Esteve Camps. De momento, lo único que se puede decir es que a lo largo de 2022 está previsto que se coloquen tres pisos.

Pero en esta obra tan costosa, todo está a expensas de lo que ocurra con los visitantes, la única fuente de ingresos con la que cuenta la basílica para afrontar la construcción. De hecho, antes de la pandemia, 2026 no era el año en el que se preveía no solo acabar la torre de Jesucristo, sino toda la fase constructiva del templo. «Aunque esto no significaba terminar la Sagrada Familia. Piensa que en la fachada de la Gloria, por ejemplo, van 100 figuras escultóricas, y eso no se tarda en hacer ni tres, ni cuatro, ni seis años». Pero la COVID-19 hizo caer los ingresos a cero, derrumbó también todos los planes y dejó en la estacada a demasiadas personas: «Antes de la pandemia había 1.000 trabajadores implicados en las obras, que tuvieron que estar parados un año y medio. Incluso a día de hoy todavía tenemos a diez personas en ERTE pendientes de reincorporarse».

La pandemia también ha provocado la imposibilidad de cumplir con el plan de pagos que habían acordado la basílica y el Ayuntamiento para legalizar la licencia de obras. Gaudí solicitó el permiso de construcción a lo que era entonces el Ayuntamiento de la zona, el de San Martín de Provensals. «Y en el libro de actas consta que se da el visto bueno a las obras, pero que el asunto pasaba a la comisión técnica. Y no se supo más», detalla Camps. Más tarde, San Martín de Provensals fue absorbido por la ciudad de Barcelona y así se quedó el asunto durante más de 100 años, sin que nadie se preocupara por ello, «hasta que el consistorio, hace relativamente poco, dijo que se tenía que normalizar la situación». La negociación duró cerca de dos años y se acordó el pago de alrededor de 4,5 millones de euros. Asimismo, se estableció un calendario para hacer frente a la cantidad de forma paulatina, y «tengo que decir a favor del Ayuntamiento que, cuando solicitamos el aplazamiento del pago porque no entraban ingresos, lo aceptaron sin ningún problema», concluye Esteve Camps, al que, sin embargo, sí le gustaría que la entidad gobernada hoy por Ada Colau «estuviera más involucrada en la basílica de la Sagrada Familia».

RELACIONADO