La escultura del Cristo Conciliador llega al Líbano
La obra, de mármol blanco de la cantera de Miguel Ángel, está hecha por el escultor cordobés Marco Augusto Dueñas y quiere ser «un testimonio de fe y de esperanza»
Le han llamado «el Cristo Conciliador» y acaba de llegar a su destino final: el Líbano. Se trata de la mayor escultura en mármol hecha desde un mismo bloque y, acaba de colocarse en la Iglesia Católica Oriental de los Maronitas.
El encargo, privado e institucional, se hizo por parte de la familia libanesa Frem con la idea de hacer un llamado a la paz en mitad todos los conflictos armados que hay en el mundo, y especialmente en esa región. Su autor, el cordobés Marco Augusto Dueñas, explica en conversación con Alfa y Omega, que esta obra es «no es de discordia, sino de conciliación, queriendo ser un testimonio de fe y de esperanza en el nuevo caminar del Líbano» y, destaca que «ha sido muy bonito que en el acto de colocación en la iglesia libanesa estuvieran presentes trabajadores árabes de diferentes religiones». Además, afirma que estaba todo preparado para que se colocara hace meses e incluso lo bendijera el Papa Francisco, pero que al estallar el conflicto en la zona no se pudo llevar a cabo y es ahora cuando se ha retomado el proyecto.
Sobre el proceso de ejecución, Dueñas asegura que, mientras que la mayoría de cristos crucificados tallados en mármol se suelen transportar en tres piezas, esta no fue así. «El bloque entero pesaba 25.000 kilos y la pieza acabó siendo de 3500. El resto se lo quité todo a mano», cuenta. De hecho, el material procede de la cantera de Miguel Ángel y el proceso de creación ha sido de doce meses.
En la reciente colocación en la iglesia de los Maronitas del Líbano, han estado presentes tanto el escultor español como miembros de la familia Frem, y también ha tenido lugar un acto oficial de presentación del Cristo Conciliador junto a otras dos esculturas de san José con Jesús, y la Virgen María con el niño en su regazo, ambas creadas y realizadas por el mismo escultor.
«No me gusta hacer un cristo con gestos de dolor exagerado», relata el escultor. «Me gusta representar algo más espiritual; lo que estuviera pensando Cristo en ese momento. No quiero que la gente vea a un Cristo sufriente, sino que vean en su cara que nos ha salvado y ha sufrido por nosotros», y asegura que la acogida ha sido preciosa destacando que «los trabajadores de allí veían al Cristo y sonreían».
Marco Augusto es el único escultor vivo que tiene sus obras junto a las de Miguel Ángel Buonarroti en la basílica de San Pedro del Vaticano, y afirma que haber expuesto allí también al fundador de la Iglesia Maronita Libanesa le ha abierto puertas y ha hecho que siga teniendo muchos proyectos abiertos con ellos.