Nos detenemos en la encíclica Deus caritas est para sintetizar la aportación de Benedicto XVI sobre el culto al Corazón de Jesús.
La visión de la revelación del amor en el Corazón de Cristo conduce al Papa a invitar a la escuela del corazón, donde habrán de acudir los católicos para aprender las lecciones fundamentales de la teología, la vida litúrgica, el compromiso social y la espiritualidad. ¿De qué escuela se trata? En definitiva, la del encuentro con Dios en Cristo.
En la escuela se aprende la teología consumada: el verdadero conocimiento de Dios y, a su luz, del ser humano y de todas sus implicaciones vitales. «Porque el amor no es solo un sentimiento…, incluye al hombre en su integridad».
Allí, se comprende y se vive bien la vida litúrgica desde su culmen, desde la Eucaristía. La liturgia es una forma privilegiada del encuentro con el Dios que se ha hecho visible, porque ha tomado un cuerpo, con sus pasiones, con su corazón.
En la escuela del corazón, se aprende que la separación entre culto y ética sólo es imaginable para quien no haya captado la singularidad de la revelación corporal de Dios que el culto cristiano perpetúa sacramentalmente.
Allí, se practica asiduamente la oración, descrita por el Santo Padre como una «familiaridad con el Dios personal» y como un «abandono a su voluntad» que «impiden la degradación del hombre, lo salvan de la esclavitud de doctrinas fanáticas y terroristas».
Benedicto XVI propone recordar a los católicos que son portadores de una gran alegría para el mundo: Dios se ha hecho visible y ha mostrado su Corazón en el corazón de un hombre, Jesús de Nazaret. Ahí aprendemos que Dios es amor y comprendemos lo que es el amor y, al mismo tiempo, la verdad del mundo.