«La escalada en Ucrania no es una continuación de 2014»
El arzobispo mayor de la Iglesia grecocatólica ucraniana pide al resto del mundo «rezar, informarse y solidaridad»
«La guerra es la peor respuesta a los problemas», insistió el pasado viernes el arzobispo mayor de la Iglesia grecocatólica ucraniana, Sviatoslav Schevchuk. Horas después, el Gobierno de Estados Unidos filtraba que Rusia estaba casi preparada para invadir Ucrania y descabezar el Gobierno de Kiev «en dos días». El ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, intentó calmar los ánimos y desconfiar de las «previsiones apocalípticas». Todavía son «muy superiores» las posibilidades de una «solución diplomática», apuntaba.
Ucrania vive un período «muy delicado, incluso dramático», por estar en el centro de una «escalada muy peligrosa» entre Rusia y la OTAN, especialmente Estados Unidos, explicó Shevchuk en una rueda de prensa organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). «No es una simple continuación» de la anexión de Crimea a Rusia y del conflicto por la independencia de Donetsk y Lugansk (el Dombás) en 2014. Rusia quiere «cambiar el Gobierno de Ucrania» y acabar con «su deseo de unirse a la UE y ser parte de la sociedad occidental».
En la parte del Dombás bajo control de los separatistas prorrusos la situación ya afecta a la vida de la gente. Y de la Iglesia. Antes, los sacerdotes de las nueve parroquias católicas pasaban a la zona controlada por Kiev atravesando territorio ruso, y allí conseguían ayuda material. Ahora, «esa posibilidad está cada vez más reducida». Con todo, «si hay ocupación, nos quedaremos». En noviembre quiso visitarlos el nuncio, Visvaldas Kubolkas. Pero, según relató él mismo en el encuentro, desde el Gobierno «me pidieron que no lo hiciera». Se podía presentar como «una provocación» que justificara la intervención rusa. La «desinformación y propaganda», apuntó Shevchuk, no dudan en utilizar la religión. Por ejemplo, a veces «se presenta como una razón para la invasión» el «mito» de que «en Ucrania tenemos una guerra religiosa». Es cierto que hay división entre la jerarquía de la nueva Iglesia ortodoxa ucraniana y la fiel a Moscú, pero entre los feligreses las diferencias son menores y los vinculados al Patriarcado ruso tienen libertad.
Esperando al Papa
A la Iglesia le preocupan también las consecuencias de la «guerra económica» utilizando el precio del gas ruso. Mientras la inversión extranjera huye y la moneda se devalúa, «la gente no puede calentar sus casas», y muchas empresas están cerrando, relató el arzobispo.
Respondiendo a Alfa y Omega, Shevchuk aclaró que cuando hace dos semanas los obispos ucranianos y polacos pidieron la ayuda activa de la comunidad internacional de todas las formas posibles, se referían a «rezar, informarse y tener solidaridad con nosotros». Sobre la oración, invitó a unirse por esta intención cada día a las 19:00 horas (en España). En este sentido, «fue muy importante» la jornada convocada por el Papa para el día 26 de enero. Francisco es uno de los líderes religiosos mejor valorados, y la gente sueña con «una visita».
Al resto del mundo, el arzobispo mayor le pidió también apoyo humanitario que sostenga los esfuerzos de las distintas religiones por llevar ayuda a la gente, dentro de la «red de cooperación» que están intentando poner en marcha sus líderes. No se trata solo de satisfacer las necesidades materiales, sino también de «consolidar la sociedad ucraniana» y ser «mensajeros de esperanza».