La enfermería, testimonio de la misión de san Juan de Dios
Juan Ciudad, el hombre bueno que cuidó de los granadinos, proyectó un hospital que sentaría las bases de la nueva asistencia. Nuestro fundador fue el primer enfermero, el precursor de los cuidados sanitarios y la asistencia hacia los más desfavorecidos
Volver la mirada para repasar el paso de los años es un ejercicio sano y necesario para todos porque, así, contemplamos la trayectoria, entendemos cómo hemos llegado hasta aquí, qué nos ha traído y en quienes hemos encontrado apoyo para hacerlo. Esto es lo que nos sucede a la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios cada 8 de marzo, el día en que celebramos la festividad de nuestro santo fundador.
El día de San Juan de Dios tenemos una buena oportunidad para encontrarnos con aquel hombre que hizo del cuidar y del curar la mayor de las obras en las calles de Granada hace casi cinco siglos. Juan Ciudad era un hombre sencillo que encontró el camino en la asistencia a quienes más lo necesitaron, que eran las personas más pobres y enfermas de la ciudad, aquellas que, desahuciadas, no tenían más futuro que las calles, el frío, el hambre y la enfermedad.
Él supo dar una respuesta real a estas situaciones de vulnerabilidad, que entonces eran atroces. Daba de comer a estos hombres y mujeres y trataba de curar las enfermedades que estos padecían. Tanto empeño puso que, con las limosnas que las buenas gentes de Granada le confiaron, consiguió un edificio en la Cuesta de Gomérez para dar techo y dignidad a estas personas enfermas y, más tarde, cuando ese primer edificio se quedó pequeño, comenzó a construir el que consideramos el origen de todo, el primigenio Hospital San Juan de Dios, que no pudo ver terminado porque la muerte le sorprendió unos años antes.
Juan Ciudad, el hombre bueno que cuidó de los granadinos, proyectó un hospital que sentaría las bases de la nueva asistencia, un centro hospitalario para hombres, mujeres y niños donde hubiera salas y estancias capaces de segmentar la atención según las patologías, las edades y las necesidades de aquellos pacientes. Aquel hombre ideó la enfermería como el más alto gesto de humanidad y amor hacia las personas enfermas, entendiendo los cuidados como un don, como un regalo para el que los ofrece; como un bien precioso para quien los recibe. Nuestro fundador fue, entonces, el primer enfermero, el precursor de los cuidados sanitarios y la asistencia hacia los más desfavorecidos.
Homenaje a los enfermeros
En esa mirada hacia el pasado que hacemos hoy encontramos el germen, la semilla de la profesión enfermera, la razón de ser de nuestros profesionales, mujeres y hombres cuyo objetivo es hacer que nuestro paso por los hospitales y centros sociosanitarios sea agradable gracias a unos buenos cuidados y a una asistencia de excelencia.
En las personas que ejercen esta bellísima tarea del cuidar en los centros sanitarios encontramos la hospitalidad y la acogida. Porque estamos hablando de una labor que implica bondad y entrega hacia los demás. Son personas trabajando al servicio de otras personas, y ese componente humano, de humanización en la asistencia, eleva y ensancha esta profesión.
Vivimos en una era donde alabamos continuamente la esfera de lo digital; lo que vemos a través de nuestras pantallas de ordenador o de móvil y ensalzamos la tecnología y sus avances. Y esto está muy bien, porque la evolución de nuestras sociedades está muy ligada al desarrollo y la aplicación de todo ello en nuestro entorno. Sin embargo, hemos de encontrar también un momento para la reflexión hacia nuestro entorno más humano, para reparar en las personas, en aquellos que merecen nuestro pensamiento y nuestra gratitud.
Por eso hoy, desde estas líneas y a través de esta tribuna que me brinda el semanario Alfa y Omega, me gustaría trasladar mi gratitud a todos los profesionales de la enfermería de todos los centros hospitalarios de España, porque en el hecho de cuidar va implícita la sublimación de la espiritualidad; porque en el fondo de sus prácticas diarias subyace la responsabilidad; porque de su esmero por cuidar a las personas se desprende la calidad; porque conocen la sensibilidad de la materia prima con la que trabajan, que son las personas, y lo hacen con todo el respeto, dándole así toda la dignidad; y porque en sus gestos hacia el paciente reside el carisma de la hospitalidad.
En este día, la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios que formamos los hermanos y los colaboradores de la Orden, queremos rendir un particular homenaje a los profesionales que se dedican a la Enfermería, porque ellos son parte del legado vivo de San Juan de Dios; son eslabones de esta cadena de hospitalidad que es larga y sólida; que es fuerte y que guía la trayectoria. También, gracias a ellos entendemos cómo hemos llegado hasta aquí, qué nos ha traído y en quienes hemos encontrado apoyo para hacerlo.
Feliz día de san Juan de Dios.
José Antonio Soria Craus, OH
Hermano superior provincial de la Provincia Bética