La embajadora de España ante la Santa Sede visita al Papa para despedirse - Alfa y Omega

La embajadora de España ante la Santa Sede visita al Papa para despedirse

Se trata de la tradicional visita de cortesía al Pontífice que llevan a cabo los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede cuando finalizan su misión en Roma. Carmen de la Peña Corcuera será sustituida por la exministra de educación Isabel Celaá

Ángeles Conde Mir
La embajadora de España, María del Carmen de la Peña Corcuera, durante la presentación de sus cartas credenciales al Papa Francisco, el 6 de diciembre de 2018. Foto: Vatican Media.

Cumpliendo con lo que requieren las costumbres diplomáticas, la embajadora de España ante la Santa Sede, María del Carmen de la Peña Corcuera, ha visitado este sábado al Papa Francisco para despedirse. La representante española concluye así su mandato de algo más de tres años al frente de la misión diplomática permanente más antigua del mundo, situada en el prestigioso palazzo Monaldeschi, en la muy romana plaza de España. Fue precisamente en ese lugar cuando se encontraron por última vez el Papa Francisco y Carmen de la Peña Corcuera con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Francisco acudió muy pronto a rezar frente al obelisco coronado por la estatua de la Virgen que se erige frente a la puerta de la embajada. Tras terminar su oración, el Papa saludó a De la Peña Corcuera que allí lo esperaba.

En pocos días cederá el testigo a la que fuera ministra de Educación y portavoz del Gobierno (2018-2020), Isabel Celaá, artífice de la polémica octava ley educativa de la democracia, la polémica LOMLOE, conocida, de hecho, como la ley Celaá. La vasca cuenta con el plácet vaticano y será el segundo embajador ante la Santa Sede que no pertenece a la carrera diplomática, después del gallego Francisco Vázquez, también socialista, quien representara a España ante el Vaticano entre 2006 y 2011.

Por su parte, De la Peña Corcuera contaba ya con una vasta experiencia diplomática cuando llegó a Roma en noviembre de 2018. Comenzó su carrera en 1979 ejerciendo como funcionaria en distintas misiones diplomáticas de todo el mundo. Después fue embajadora en Etiopía, Seychelles, Yibuti, Catar y Observadora Permanente ante la Unión Africana. También ha ocupado distintos cargos en organismos internacionales como las Naciones Unidas en la Comisión Económica para África. Llegó a Roma tras la salida de Gerardo Bugallo que apenas fungió 15 meses como embajador y que había sido nombrado por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Isabel Celaá, la tercera mujer que ocupará el cargo de embajadora de España ante la Santa Sede, llega a Roma con varias cuestiones ya en su agenda como la reciente polémica sobre la gestión de la Obra Pía y sus cerca de 250 inmuebles en las mejores zonas de la Ciudad Eterna. La Presidencia, representación legal y dirección de la Obra Pía Establecimientos Españoles en Italia está tradicionalmente a cargo del embajador de España ante la Santa Sede, que actúa con el título de gobernador de la Obra Pía, y que en pocos días será Isabel Celaá.

«El servicio al bien común es una forma de alta caridad»

Francisco se ha reunido también la mañana del sábado con los alcaldes de la Asociación Nacional de Municipios de Italia. En su discurso, el Papa les ha recordado que están al servicio de los ciudadanos y que este servicio al bien común «es una forma de alta caridad comparable a la que los padres ejercen en las familias». También les ha dado algunos consejos, como detenerse a escuchar a sus convecinos porque «una buena escucha ayuda al discernimiento y a entender las prioridades sobre las que intervenir». O ser artífices de la paz social ya que la política, –ha dicho el Papa–, «puede ser, en primer lugar, un ámbito de diálogo entre culturas». «La paz no es ausencia de conflicto, sino la capacidad de hacerlo evolucionar hacia una forma nueva de encuentro y de convivencia con el otro», ha señalado Francisco que también ha apelado a los ciudadanos a que sean activos y a que generen redes de solidaridad, porque «la democracia no se reduce a delegar con el voto olvidando así el principio de la participación, esencial para que una ciudad pueda ser bien administrada».