La educación católica misiona en las periferias - Alfa y Omega

La educación católica misiona en las periferias

Estos colegios encarnan las prioridades que el cardenal Cobo presentó a Escuelas Católicas en su primer encuentro. Con las parroquias, son «la vanguardia de la Iglesia» en pueblos y barrios

Rodrigo Moreno Quicios
No todos son católicos en la pastoral del Padre Piquer, pero van porque «les hace crecer»
No todos son católicos en la pastoral del Padre Piquer, pero van porque «les hace crecer». Foto: Centro de Formación Padre Piquer.

«Un profesor de la escuela católica tiene que acercarse al alumno y que este sepa que se preocupan por él. No puede ser alguien que diga: “A mí me pagan por dar clase”». Así de tajante es el nuevo presidente de Escuelas Católicas de Madrid, Miguel Ángel Fraile, quien charla con Alfa y Omega tras la reunión que 500 directores de colegios tuvieron el pasado jueves con el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. Según este agustino, quien fue elegido para el cargo apenas dos días antes de su encuentro con el cardenal, «nuestro reto es considerar que estamos en época de misión, no como quien se va a África, pero sí atendiendo las necesidades de las familias». Es precisamente el encargo que el cardenal Cobo hizo a los directores en el Seminario Conciliar de Madrid: «No perdáis el espíritu misionero», les pidió, subrayando que «no podemos hacer de nuestras escuelas un club de fanes de lo católico, sino lugares misioneros».

Uno de los lugares donde se han tomado en serio esta misión es en el Colegio San Agustín Los Negrales, en la sierra sur de Guadarrama, donde la baja concentración de vecinos dificulta prestar servicios. Con 1.400 alumnos, les ofrecen actividades extraescolares como alternativa a ser «niños llave» mientras la mayoría de sus padres trabajan en Madrid. Patricio Muñoz, laico y director técnico del centro, explica que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid les encargó hace 16 años ubicar el centro allí para responder «a quienes querían un colegio religioso», pero, sobre todo «por la búsqueda de un revulsivo que subiese el nivel educativo en la zona». El director reivindica que «hemos ayudado a tirar para adelante a todo el entorno al fomentar una sana competencia» con los centros públicos, con quienes tienen una relación excelente.

Cifras
  • 3.300 euros gasta de media el Estado por cada alumno en la concertada. Es casi la mitad de los 6.000 en la pública.
  • 500 directores técnicos y titulares se reunieron con el cardenal Cobo en el Seminario Conciliar de Madrid.
  • 340 centros, en su amplia mayoría concertados, conforman Escuelas Católicas de Madrid.
  • 40 % de los centros educativos en la Comunidad de Madrid son concertados. De ellos, un 69 % son católicos.

Muñoz considera que la importancia de la escuela católica no brota de que «nosotros queramos mantenerla y estemos convencidos», sino de que «hay muchas familias que demandan esta educación y se merecen poder recibirla». «Vienen preguntando si podemos dar respuesta a la necesidad que tienen», añade el director técnico, orgulloso de que «somos cristianos, católicos y agustinos». «Cuando escuchaba al cardenal, me daba cuenta de lo afortunados que somos por tener una comunidad fuerte que, aparte del colegio, lleva la parroquia de al lado», sentencia.

Se refiere a otro de los encargos que el arzobispo de Madrid hizo a los titulares de Escuelas Católicas de Madrid: el de «desarrollar una comunidad cercana» involucrando a las iglesias de alrededor porque, si no, «la evangelización está incompleta». «Necesitamos que nos contéis a las parroquias lo que veis», llegó a pedirles José Cobo. Es una de las prioridades que tiene en marcha el Colegio Nuestra Señora de las Delicias, diocesano, adscrito a la parroquia homónima y gestionado por las Cruzadas de Santa María.

Mónica del Álamo, directora pedagógica de Secundaria, cuenta que en este centro con 700 alumnos «el capellán es el párroco». «Está para todo: confiesa, habla con los chicos y en Cultura Clásica ha ido a alguna clase para explicar el cristianismo». Añade que «a casi todos les ha dado la Primera Comunión y, cuando cumplió 50 años de sacerdote, le escribieron los niños». De hecho, «la catequesis la damos aquí», aunque la celebración sea en la iglesia. Además, varios chicos participan en «un voluntariado muy bonito que iniciamos durante la COVID-19 en el que alumnos, familias y profesores visitan a los ancianos del barrio que están solos».

También sucede que, «como nuestros chicos son de distintas parroquias, a veces vienen sus sacerdotes para confesiones». Los profesores los invitan «un par de veces al año» y proceden de las iglesias de los Santos Inocentes, el Purísimo Corazón de María y Beata María Ana de Jesús. Esta última es similar a Nuestra Señora de las Delicias, también vinculada a un colegio y con la que «existe una conexión». «Cuando llegó allí la cruz de los jóvenes fuimos a verla y alguna vez hemos hecho proyectos en sus aulas».

Financiación

Miguel Ángel Fraile reivindica que «la concertada tiene el fin de que la educación sea gratuita». Denuncia los bulos sobre cobros forzosos a las familias y aclara que las partidas que se piden «son voluntarias» y quienes las abonan no «reciben a cambio un servicio mejor». «Casi nunca la pagan todos los padres y no vamos a dejar de atender a un alumno porque no haga esa aportación».

Matiza que es la fórmula para paliar que la financiación del Estado «es insuficiente». Un asunto que el propio Ministerio de Educación ha reconocido y para el que se ha ofrecido a abrir una mesa de diálogo.

Insertado en Arganzuela, Nuestra Señora de las Delicias atiende a los barrios de alrededor; también San Fermín, San Cristóbal o Los Ángeles. «Es bonito porque trabajas con las distintas realidades que hay en la sociedad», opina esta laica. Tiene comprobado cómo los padres «vienen porque quieren este tipo de educación y nosotros les decimos que educamos desde la antropología cristiana». Se deja ver en que «rezamos por la mañana, ofrecemos convivencias en los tiempos litúrgicos y cuidamos el profesorado para que sea un modelo».

Otro lugar que sigue las indicaciones de José Cobo —quien agradeció a Escuelas Católicas de Madrid estar «en la vanguardia de la Iglesia» y les encargó «salir a los lugares donde se está viviendo la integración»— es el centro de formación Padre Piquer, perteneciente a la Fundación Montemadrid, dirigido por los jesuitas y con 1.000 alumnos de 40 nacionalidades. Ubicado en Ventilla y con aproximadamente un 40 % de familias católicas, algunos alumnos no son del barrio pero se desplazan hasta allí desde la otra punta de Madrid porque «interpretan la diversidad como una riqueza y buscan esa acogida que otros colegios no tienen», explica su coordinador general de pastoral, el laico Ovidio Méndez. «Nuestra labor es en muchísimos casos de primer anuncio, somos Iglesia y nos sentimos misioneros como nos pide el cardenal»; no es «un complemento sino parte de nuestro ADN». Aunque pertenecen a todo tipo de credos, 150 estudiantes participan en la pastoral extraescolar —a menudo en torno a la parroquia que llevan los jesuitas— porque «lo ven como algo bueno que les hace crecer».

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