La ecología integral aterriza en las parroquias
La Comisión Diocesana de Ecología Integral difunde una encuesta para valorar la aceptación de la encíclica Laudato si entre los fieles y en las parroquias, y qué medidas están adoptando en este campo. «No es cuestión de reciclar o no, es cuestión de conversión», dice un párroco
La Comisión Diocesana de Ecología Integral ha propuesto a las parroquias madrileñas una encuesta para elaborar un inventario de buenas prácticas ambientales en la diócesis. En ella se registra si en los templos se realizan actividades relacionadas con la sensibilización ambiental entre los fieles, y si el edificio parroquial está incorporando iniciativas como el suministro de electricidad de origen renovable, las luces de bajo consumo, algún sistema de aislamiento térmico o el empleo de material de oficina reciclado. También se valora si la parroquia cuenta con un certificado de eficiencia energética, cómo recicla todo el material plástico que se suele utilizar en los eventos parroquiales o cuál es la demanda de agua de sus jardines y plantas.
«En realidad es un proceso de consulta para analizar qué grado de aceptación tiene la encíclica Laudato si y cuál es el interés de las parroquias en la implantación de la ecología integral», confirma Carlos Jesús Delgado, coordinador de la CDEI, a los pocos días de la finalización de la Cumbre del Clima que se acaba de celebrar en Madrid.
De momento, el proceso de captación de datos va lento, pero la apuesta de la diócesis es clara y pasa por realizar esta propuesta a todos los sacerdotes madrileños en sus reuniones por vicarías. «Los hay de dos tipos —cuenta Carlos Jesús—: los que se han leído Laudato si los que no. Y dentro de ambos grupos están los que tienen prejuicios ante la palabra ecología y los que no». Pero aclara al mismo tiempo que «un error común es considerar que la ecología tiene que ver una con una política determinada, cuando en realidad es algo que está en la raíz de nuestra tradición eclesial».
Por eso estos encuentros están consiguiendo que «algunos sacerdotes que tienen prejuicios por desconocimiento descubran que esto no tiene que ver con la política, sino que parte de un planteamiento nuevo y al mismo tiempo integrador», dice el coordinador de la CDEI.
«Nuestro Dios no es el que está en la flor»
Uno de los sacerdotes que ya ha asistido a estas jornadas de formación es José Manuel Aparicio, párroco de Santa María Madre de Dios, en Tres Cantos. Con cada documento del magisterio papal se organiza en su parroquia un encuentro de formación para adultos, y de la sesión con Laudato si surgió una comisión para realizar un Plan de Conversión Ecológica, aunque el compromiso en este terreno era ya anterior. Hoy hay unos paneles que dan a las instalaciones una autonomía del 45 %, una línea de sensibilización con el reciclado de tapones, ropa y juguetes, el aislamiento térmico, la reducción de consumo energético y de papel de oficina, «pero lo que más nos interesa es generar una espiritualidad ecológica en la parroquia, porque no se trata solo de generar hábitos sino de tocar el corazón, ver la naturaleza como espacio de encuentro con Dios, comprender que todo está conectado», dice el párroco.
Esto pasa por generar experiencias. Por ejemplo, «en la parroquia no hay chaval de 15 años que no haya dormido al raso en el campo y que no haya disfrutado de la montaña, o que no haya orado en silencio viendo correr el agua de un río».
Esta conversión ecológica para entender que «la naturaleza tiene una dimensión sacramental» es «un proceso lento, pero igual que san Juan Pablo II empezó a hablar de los pobres e hizo ver que la evangelización pasa por ellos, con la ecología acabará pasando igual».
Para José Manuel, «lo bueno de Laudato si es que no ha coqueteado con el panteísmo. Es la Eucaristía la fortaleza para la conversión ecológica. El Dios cristiano no es el que está en la flor. El Dios católico es el Dios de la historia, el que pasa por nuestra vida y nos libera».
Los frutos también son las personas
Además de su parroquia, ya son varios los templos madrileños que han comenzado a instalar placas solares y que han empezado a adoptar algunas de las recomendaciones de la CDEI. En Madrid, uno de los proyectos estrella en este campo es el Huerto Hermana Tierra, una iniciativa que sacan adelante Sercade y los religiosos capuchinos en el convento del Santo Cristo del Pardo. La casa de convivencias funciona con energía solar, hay un huerto ecológico cuyos frutos alimentan a 100 familias, y un rebaño de ovejas campa por el lugar dejando su abono y cortando las malas hierbas. Pero lo particular de este proyecto es que pone en el centro a la persona, ya que el huerto es trabajado por inmigrantes africanos a los que se ofrece de dos a cuatro años de contrato.
«Nuestro objetivo es que estén con nosotros un tiempo largo –cuenta Inmaculada Martín, de Sercade–. Han regularizado su situación administrativa, y esta estabilidad les permite pensar en el futuro de manera tranquila. Y cuando salen les seguimos acompañando de manera personal».
Para Inmaculada, se trata de «ecología integral», porque «intentamos cuidar la naturaleza y cuidar de las personas, todo está conectado. Cuidamos la tierra, que nos sostiene y que nos da tres empleos dignos también. Es un círculo que se retroalimenta. En realidad los frutos del huerto son las verduras que vendemos y estos hermanos nuestros que pueden salir adelante».