Pedro Barreto: «La ecología de la Iglesia es la experiencia de Jesús»
La Amazonia es una región del planeta esencial para la vida y hogar de numerosas poblaciones indígenas. La devastación que sufre ha sido objeto de estudio en el encuentro Pan-Amazonía: fuente de vida en el corazón de la Iglesia, que se ha celebrado, la pasada semana, en Brasilia, organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y la Conferencia Episcopal brasileña, con el fin de crear una Red que articule una pastoral común en el cuidado de esta región. Alfa y Omega entrevista al arzobispo de Huancayo (Perú), monseñor Pedro Barreto, co-organizador del encuentro
El Papa trabaja en una nueva encíclica que abordará, entre otras cuestiones, el cuidado del planeta. ¿Es un nuevo impulso a la conciencia ecológica de la Iglesia?
La ecología nos habla de la armonía del hombre con su entorno natural, de la responsabilidad de vivir en relación amistosa con todos los que habitamos en nuestra casa común, y todos somos responsables del cuidado de las personas y de la naturaleza. Los católicos, desde nuestra fe en Jesús, creemos que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, entregándonos los bienes de la creación para que los administremos en favor nuestro y de las generaciones futuras. Por eso, ante el grave deterioro de la naturaleza y sus efectos nocivos para la Humanidad, la Iglesia ha tenido que hablar con claridad y llamarnos a una respuesta responsable y solidaria. En continuidad con sus predecesores, el Papa Francisco afirma que nuestra vocación es custodiar toda la creación.
¿Cómo? ¿Qué hay que hacer?
Ser conscientes del grave problema ambiental que vivimos. Con nuestras actitudes y hechos, podemos enfrentar la grave indiferencia que vive la Humanidad, como si tuviéramos otro planeta de reemplazo.
La Iglesia no tiene soluciones que ofrecer, pero sí los motivos y actitudes que se deben tener presentes para orientar las soluciones: deponer los intereses de grupo y buscar lo que conviene a todos. Y buscar un modelo alternativo de desarrollo al actual, que ha provocado un consumismo exagerado y destructivo de los recursos naturales.
¿No es demasiado tarde?
Nunca es tarde para comenzar a vivir con sobriedad. La Iglesia -hablo de todos los bautizados sin excepción- es la primera que debe dar el ejemplo. Usar las cosas en tanto en cuanto nos ayuden a vivir con dignidad, siendo corresponsables de la reducción de la injusticia en el mundo. Ha llegado el momento de pasar a la acción. Mire los gestos y actitudes del Papa Francisco. Se ha despojado de todo aquello que alejaba a la Iglesia de la gran mayoría de la Humanidad. Francisco de Asís es el hombre de la paz, del que cuida la creación. Por eso, el Papa ha expresado su deseo de una Iglesia pobre y para los pobres.
Crisis económica, crisis ecológica y crisis moral. ¿Van las tres unidas?
Sin duda hay una relación muy estrecha. En la base de esta crisis está el pecado humano. En una sociedad consumista se excluye a Dios, porque es incómodo y cuestiona nuestro modo de vivir. Si acogemos a Dios y le damos un espacio en nuestras vidas, comenzaremos a despojarnos de muchas cosas que considerábamos esenciales para nuestra felicidad.
No le gusta hablar de ecología católica, pero, ¿cómo debe mirar a la ecología un católico?
La esencia de la ecología propuesta por la Iglesia en su sentido más profundo es la experiencia personal de Jesús, que nos enseña cosas muy profundas a través de ejemplos sencillos. Nos hace mirar los campos, las semillas esparcidas por el sembrador, las aves de cielo, las diversas calidades de tierra, de la planta y las ramas, del árbol bueno, las aguas limpias, los ríos y los lagos.
El Amazonas, decían los asistentes al encuentro de Brasil Pan-Amazonia, «es el bioma donde se expresa la vida en su mega-diversidad como don de Dios para todos». Pero este territorio está cada vez más devastado y amenazado, en buena medida por los grandes proyectos extractivos, los monocultivos y el cambio climático, que, explicaban en Brasilia, «ponen en riesgo el entorno natural, amenazan la dignidad y la autodeterminación de los pueblos y afectan a Cristo, encarnado en las personas que conforman los pueblos que allí habitan».
«Ha llegado la hora de pasar a la acción», determinan las Iglesias del Amazonas. Y se han puesto manos a la obra: con el objetivo de «concienciar sobre la importancia de la Amazonía para toda la Humanidad» y de establecer, «entre las Iglesias locales de la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto que privilegie a los pobres y sirva al bien común», han creado la Red eclesial Pan-amazónica. Ha nacido la REPAM.