La diplomacia del Papa: no considera a nadie enemigo, no le teme a la «denuncia incómoda» y «muy frío con el nacionalismo catalán»
El director de la La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, y el fundador de la Comunidad Sant’Egidio, Andrea Riccardi, analizan los principales rasgos de la acción diplomática del Papa Francisco
Más de 20 periodistas analizan en un libro la figura del Papa Francisco como líder moral de la política internacional y el uso de su diplomacia de la misericordia como antídoto frente al miedo. El nuevo mundo de Francisco: como el Vaticano está cambiando la política global (Marisilio Nodi), prologado y coordinado por el sacerdote jesuita Antonio Spadaro, fue presentado este jueves en Roma.
«Francisco lleva a cabo una diplomacia contra el miedo, que desmonta los fundamentalismos, y contrapone a la exageración del desorden y el caos apocalíptico la retórica de la misericordia», destacó Spadaro, para lamentar que hoy en día «la retórica del miedo» es la vencedora en muchos ámbitos políticos.
En este sentido, explicaba que esa retórica del miedo se basa en que para ganar son necesarios los conflictos y el rencor social. Por el contrario, el Papa propone una diplomacia de la misericordia con la que recuerda que en el tablero internacional no se puede «considerar nunca nada ni a nadie como definitivamente ‘perdido’ en las relaciones entre naciones, pueblos y estados».
Diálogo con Trump, Erdogan o Putin
En definitiva, señala que desde la óptica del Papa es necesario que «el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido». «El cristiano está llamado a ser semilla de un cambio y por eso el Papa dialoga con (Donald) Trump, con (Recep Tayyip) Erdogan o con (Vladimir) Putin», defendió el jesuita en la presentación del libro ante la prensa extranjera.
Sin embargo, ha defendido que si bien el Papa dialoga con todos los actores políticos «es muy claro y directo» en lo que realmente quiere decir y hasta adopta «posiciones de riesgo». Así, ha reivindicado la capacidad de «claridad» del Papa, que no pierde ocasión para hacer una «denuncia incómoda».
«No sé trata de estar juntos los buenos contra los malos porque no se puede juzgar la política con absolutos morales que no existen. El Papa propone soluciones concretas para las situaciones de hospitales de campaña –opina–. No es un pontificado simpático es un pontificado dramático y profético que incide en la política».
En este sentido, Spadaro añade que la diplomacia de Francisco evidencia que «la Santa Sede ha establecido o quiere establecer relaciones directas y fluidas con las superpotencias, sin querer quedar atrapada en redes preconfeccionadas de alianzas e influencias». En definitiva, concluye que la «mirada de Francisco ha impulsado el nuevo rol global del catolicismo en el mundo».
Por su, el director de La Civiltà Cattolica, revista de los jesuitas italianos, explicó que el obispo de Roma ha puesto de manifiesto en diversas ocasiones que «la grave crisis humanitaria es el verdadero nudo político global» de la actualidad.
Mientras, Andrea Riccardi –fundador de la Comunidad Sant’Egidio, una organización católica que ha puesto en marcha el proyecto de los corredores humanitarios seguros y legales para traer inmigrantes a Europa– definió la diplomacia de Francisco como «carismática».
«Francisco en cinco años de pontificado ha cambiado 360 grados la definición de las migraciones. Primero denunció la indiferencia, después impulsó la acogida y por último reclamó la integración», destaca. También coincide con Spadaro en el renacer de la diplomacia del Vaticano, que se evidencia en el hecho de que «muchos países han reabierto embajadas antes cerradas con la llegada de Francisco».
Además, considera que la actuación del Papa en el escenario internacional «lucha contra los terribles simplificadores del contexto global y del conflicto». «El Papa rechaza una iglesia posicionada contra los males del mundo», añadió.
Patriótico pero frío con el nacionalismo
Sobre el auge de los populismos y los nacionalismos, Riccardi afirma que el Papa «es patriótico» pero «frío con los nacionalismos», a los que considera uno de los males del mundo. En este sentido, aseguró que el Pontífice se mostró, por ejemplo, «muy frío con el nacionalismo catalán».
Además, destaca que la Iglesia católica guiada por Francisco quiere «ocupar espacios», pero no como una «lucha de poderes» sino para lograr el movimiento. «El Papa dice: «no quiero hacer una reforma de la Iglesia, quiero poner a Cristo en el centro». El Papa quiere poner en el centro la palabra en las relaciones internacionales», concluye.