La depresión, una estación del vía crucis
La Delegación de Jóvenes de Madrid y jóvenes cofrades celebraron juntos, por cuarto año consecutivo, el vía crucis en la catedral
Madrid va oliendo ya a Semana Santa. A incienso. Se oyen los tambores y cornetas en los ensayos de los costaleros por las calles, que salen para ir afinando ritmo, compás y coordinación. Conciertos de marchas procesionales y cultos de hermandades se suceden en la diócesis. Las iglesias se vacían de flores y se tiñen de morado, el color de este tiempo litúrgico de la Cuaresma. La catedral también. A ella acudieron el pasado viernes, primero de marzo, una buena representación de la Delegación de Jóvenes de la diócesis, junto a jóvenes de cofradías y hermandades, para rezar juntos el vía crucis. Un encuentro que se sucede desde 2021 como una forma de acoger la realidad de los jóvenes cofrades de la diócesis días antes de sus procesiones, que es el momento fuerte de una hermandad. «Lo que nosotros queremos es que se conozcan las hermandades», explica Alejandro Suárez, hermano de Los Gitanos, costalero del Cristo del Camino y secretario de la Academia para la Semana Santa de Madrid. Y, a su vez, trasladar los dos pilares sobre los que se asientan: el testimonio público de fe con sus titulares en la calle y la caridad.
A Suárez le gustó especialmente que las reflexiones de cada estación fueran «muy actuales y para llevarlas al día a día». La realidad del pecado y de la misericordia de Dios, la humildad para pedir ayuda, el encuentro con el Crucificado, la «pandemia» de la depresión o la dignidad de las mujeres fueron algunos de ellos. «Señor, tú conoces nuestras cruces mejor que nadie —rezaba la segunda estación—, así que ayúdanos a cargar con ellas con la certeza de sabernos amados y conscientes de que tenemos en la Iglesia una verdadera familia que nos acompaña». Para Hugo Blanco, responsable de jóvenes de la Hermandad de Jesús El Pobre, estas palabras adquirieron un significado nuevo cuando el cardenal Cobo las amplió a «llevar también la cruz del otro». «Ahí es donde reside el significado de la cruz —afirma Blanco—, en llevar la cruz de los demás». La celebración de este año «fue muy bonita, porque entramos desde la calle y, además, habíamos ensayado antes». El poder participar de la oración, con la cruz de guía de su estación de penitencia, representando a todos los jóvenes cofrades de su hermandad, «es llevar nuestra esencia al máximo nivel de la Iglesia de Madrid».
Un total de 18 hermandades, tanto de penitencia como de gloria, estuvieron presentes en la catedral. A todos ellos, el arzobispo de Madrid, cardenal Cobo, les recordó que «mirar la cruz es un cristal para ver las cruces que están a nuestro alrededor». Y concluyó animando a los presentes: «Os necesitamos y os agradezco a todos los caminantes que esta noche habéis hecho el vía crucis». En este sentido, Blanco invita a los jóvenes a participar en una hermandad. De hecho, no sería la primera vez que, tras el vía crucis, la lista de cofrades aumenta. «Tenemos la idea de que meternos en algo es quitarse de otras cosas, pero no es así, porque todo suma». Sostiene que el mundo de las hermandades «es muy bonito» y que «los jóvenes somos ahora mismo el motor de las cofradías», pero «necesitamos formación», tanto litúrgica como de la historia de la hermandad. Solo así podrá haber, sostiene, reemplazo generacional.