«Son muchas las cuestiones frente a las cuales nuestras preocupaciones son comunes y las respuestas pueden ser convergentes. El momento actual está marcado por la crisis económica que tanto cuesta superar y que, entre sus consecuencias más dolorosas, tiene la de una insuficiente disponibilidad de trabajo. La tarea primaria que corresponde a la Iglesia es la de testimoniar la misericordia de Dios y animar respuestas generosas de solidaridad para abrir un futuro de esperanza; porque donde crece la esperanza se multiplican también las energías y el compromiso para la construcción de un orden social y civil más humano y más justo»: así le dijo el Santo Padre Francisco al presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, a quien fue a visitar al Quirinal.
Volvía el Papa a su casa, ya que el Palacio del Quirinal fue durante siglos residencia de los Papas. El anciano ex-comunista que hoy preside Italia le acompañó a la capilla del Palacio, como se ve en la foto. Fue un encuentro lleno de cordialidad y de afecto, que recordó a muchos el de Juan Pablo II con otro viejo Presidente, muy querido de los italianos, el socialista Pertini.
El Papa Francisco quiso también visitar al personal que trabaja en el Quirinal e improvisó unas sencillas palabras para recordar, en un encuentro tan familiar, que «tras la función pública, está siempre la familia: los hijos, los nietos… La familia necesita estabilidad y reconocimiento, y exige ser apreciada, valorada y tutelada».