El Papa: «La Cuaresma es un viaje de regreso a Dios»
Francisco ha presidido el Miércoles de Ceniza en la basílica de San Pedro y ha recordado que «hoy inclinamos la cabeza para recibir la ceniza» y «cuando acabe la cuaresma nos inclinaremos para limpiar los pies de los hermanos»
«La Cuaresma es un viaje de regreso a Dios» y un «éxodo de la esclavitud a la libertad», que «implica toda nuestra vida». Así lo ha definido el Papa Francisco durante la homilía de la Misa de este Miércoles de Ceniza, celebrada en la basílica de San Pedro.
Pero no es un viaje que se emprende mañana, o más tarde, sino ahora. «Cuantas veces le hemos dicho, ocupados o indiferentes, “volveré a ti después. Hoy no puedo, pero mañana tal vez empezaré a rezar». No, «hoy es el tiempo de regresar a Dios», ha subrayado el Pontífice al mismo tiempo que ha recordado que no es un viaje exento de dificultades.
En este sentido, ha recordado el viaje del pueblo de Dios para salir de Egipto. «Fue difícil», pues «siempre en el camino estaba la tentación de añorar las cebollas, de añorar los recuerdos del pasado, algún ídolo». Igual pasa en la actualidad. «El viaje de regreso a Dios se dificulta por nuestros apegos mal sanos y se frena por los lazos seductores de los vicios, por las falsas seguridades del dinero y del aparentar, por el lamento victimista que paraliza», ha explicado el Santo Padre.
Ante esta realidad, «el primer paso de nuestro viaje de regreso es la confesión» porque «somos hijos que caen continuamente y necesitan que su padre les vuelva a levantar; necesitan el perdón del padre». Todos «tenemos enfermedades espirituales y solos no podemos sanarlas. Todos tenemos vicios arraigados y solos no podemos extirparlos. Todos tenemos miedos que nos paralizan y solos no podemos vencerlos», ha ahondado el Papa, que también ha pedido a los confesores que «sean como el padre y no tengan el látigo sino el abrazo».
Nos agarra de la mano
Además de la confesión, Francisco ha asegurado que «ese viaje de vuelta es posible solo porque antes se produje un viaje de ida del Señor hacían nosotros». Por ello, «nuestro viaje solo consiste en dejarnos agarrar la mano». El camino «no se basa en nuestra fuerza», sino en la «gracia».
Por último, el Pontífice ha recordado que «hoy nos inclinamos para recibir la ceniza y cuando acabe la cuaresma nos inclinaremos para limpiar los pies de los hermanos». «La Cuaresma es un abajamiento humilde en nuestra salvación y hacia los demás».