La conversación sobre salud mental llega a la JMJ
Psicólogos católicos de todo el mundo se reunirán en Lisboa de la mano de PsychoCath, una asociación para tejer alianzas entre terapeutas creyentes. Sostienen que un evento multitudinario y de comunión como la JMJ puede ser «sanador»
«En la medida en la que los jóvenes ganan protagonismo en la Iglesia hay más sensibilidad con la salud mental. Es algo a lo que los últimos Papas han animado», cuenta Xavier Rodríguez, psicólogo en la consulta del doctor Carlos Chiclana y miembro de la asociación PsychoCath para unir a terapeutas creyentes. Ya lo tiene todo preparado para el Encuentro Internacional de Psicólogos Católicos que liderará el 2 de agosto, en el marco del Festival de la Juventud de la JMJ de Lisboa. «Lo fundamental será conocer a psicólogos católicos de todo el mundo, hacer contactos y conocer sus experiencias y culturas», explica Rodríguez. En Lisboa, él impartirá una charla abierta a todos los terapeutas. Pero sobre todo espera muchos frutos de una posterior «lluvia de ideas donde compartiremos los retos de los psicólogos hoy en día, a qué estamos llamados en la Iglesia y qué podemos aportar». El primer servicio que se le ocurre, inspirado por su experiencia, es ofrecer terapia personalizada a católicos. «Muchos pacientes vienen con miedo a que el psicólogo quiera contradecir su fe y les da mucha paz saber que comparte sus creencias». Aunque aclara que su gremio cuenta con excelentes profesionales sin convicciones religiosas. «Si un psicólogo es bueno de verdad siempre te va a respetar y se va a interesar por tu fe, aunque no la comparta».
A su juicio, «lo que diferencia a un psicólogo católico no son sus conocimientos o técnicas» sino principalmente «la confianza en Dios, del que se sabe amado». De ahí saca el valor para acercarse «a todo tipo de realidades que a nivel humano nos darían miedo», sobre todo con los pacientes a los que, al principio, no sabe cómo ayudar. «Como tengo confianza en que Dios está detrás de mí, me atrevo a explorar eso». Y no requiere que su paciente sea creyente porque «cualquier acto de bondad que haga como católico no se pierde». «Es un acompañamiento. Quien le va a salvar y le va a dar la plenitud es Dios, no yo», sentencia Rodríguez.
Cuando este psicólogo trata una depresión, suele recomendar a sus pacientes que además se apunten a alguna actividad que les ofrezca orden, alegrías y una ventana al exterior. Se le ocurren pocas mejores que la JMJ. «Es una actividad a nivel macro: no vas al gimnasio al otro lado de la calle sino a Lisboa con un grupo que te da apoyo. Ese contacto provoca que la JMJ tenga una energía motivacional muy viva». Y aunque las terapias a menudo se centran en las heridas internas, matiza que salir a un evento como la JMJ «te empapa de un estado de ánimo muy positivo porque tenemos nuestro mundo interior, pero estamos conectados con los demás».
Este evento ofrece a los jóvenes un lugar de pertenencia. «Uno de los fenómenos clave de la JMJ es que es un encuentro de fe. Lo que une es Cristo, no la nacionalidad, la profesión y ni siquiera la juventud». Es, además, un espacio seguro en el que «puedes compartir tu fe, una de las cosas más íntimas». Eso es sanador para muchas personas con depresión que sienten que tienen que estar defendiendo siempre su fe o que están amenazadas». Por último, la JMJ ofrece esperanza a través de «elementos muy luminosos, como la adoración o las catequesis con mensajes positivos de redención, que pueden ayudar mucho». En definitiva, es una oportunidad de oro para quienes necesitan una tregua en su batalla con el sufrimiento porque, como señala Rodríguez, esta lucha por la alegría es también un modo de regar la fe. «Se está viendo en la Iglesia cada vez más la necesidad de integrar la psicología y la salud mental para tener sanos el corazón y la cabeza y relacionarse mejor con Dios y con los demás».