«La comunión no es cuestión de ceder y transigir, sino de caridad fraterna»
El Papa recibió a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla con el deseo de que «nuestro encuentro sea un paso más en el camino hacia la unidad visible en la fe y en el amor»
«Pido al Señor que, por intercesión de los santos Pedro y Pablo y de san Andrés, hermano de Pedro, nuestro encuentro sea un paso más en el camino hacia la unidad visible en la fe y en el amor». Así se expresó el Papa en el discurso que entregó, pero no pronunció, a los miembros de la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que viajaron hasta Roma para participar en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y a quienes recibió en audiencia la mañana de este viernes, 30 de junio, en el Vaticano.
En el texto, Francisco manifestó su alegría por el éxito de la XV sesión plenaria de la comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, que tuvo lugar recientemente en Alejandría (Egipto). En ella se aprobó una posición común sobre cómo se vivió la sinodalidad y el primado en el segundo milenio de historia de la Iglesia, lo que «puede ayudar a superar los argumentos polémicos utilizados por ambas partes» para reforzar su posición, afirmó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre invitó a buscar juntos un modo de ejercer el primado que, en el contexto de la sinodalidad, esté al servicio de la comunión de la Iglesia a nivel universal. Pero en este proceso, aclaró el Papa, «no es posible pensar que las mismas prerrogativas que el obispo de Roma tiene respecto a su diócesis y a la comunidad católica se extiendan a las comunidades ortodoxas». Cuando estemos plenamente unidos en la fe y en el amor, añadió, «la forma en que el obispo de Roma ejercerá su servicio de comunión en la Iglesia a nivel universal deberá resultar de una relación inseparable entre primado y sinodalidad».
Por último, Francisco explicó que la «comunión entre los creyentes no es cuestión de ceder y transigir, sino de caridad fraterna, de hermanos que se reconocen hijos predilectos del Padre y, llenos del Espíritu de Cristo, saben situar sus diferencias en un contexto más amplio».
Una guerra sin fin
En su discurso, el Pontífice también aludió a la guerra en Ucrania, que «parece que no tiene fin», y que como el resto de guerras es una «catástrofe total para el pueblo, para las familias, para los niños y los ancianos» e incluso «para la creación», como ha quedado demostrado con «la destrucción de la presa de Nova Kajovka».
Por todo ellos, el Papa pidió una «un esfuerzo creativo común para imaginar y realizar caminos de paz, hacia una paz justa y estable». Porque, como recordó, la paz «es un don del Señor, pero un don «que requiere una actitud correspondiente por parte del ser humano, y especialmente del creyente, que debe participar en la obra pacificadora de Dios».