La capilla que recuerda el milagro eucarístico
La madrileña Alcalá de Henares fue el centro de un prodigio en el que 24 formas robadas permanecieron siglos incorruptas. La capilla de las Santas Formas recuerda este hito
Cuando uno pisa esta ciudad monumental por excelencia, la ruta pasa por la universidad, la casa natal de Cervantes o incluso el pequeño tesoro que es el corral de comedias en medio de la plaza. Pero lo que muchos visitantes no saben es que Alcalá de Henares es cuna de un milagro, el de las Santas Formas, y que la capilla que acoge la custodia que lo rememora es una joya patrimonial de esas que solo conocen los más avezados.
Era el año 1597. Un cristiano arrepentido que había alternado con bandidos moriscos se presentó en la iglesia de los jesuitas para confesar el robo de alrededor de 27 sagradas formas de diferentes iglesias. El sacerdote Juan Juárez, quien atendió semejante revelación, entregó el tesoro. Los jesuitas, reunidos en asamblea para dilucidar qué hacer, determinaron que consumirlas podría ser peligroso, ya que en la época algunos curas habían sido envenenados de esa forma. Tampoco se destruirían, ya que no sabían si habían sido o no consagradas. La decisión final fue guardarlas en una cajita de plata y llevarlas a una cripta húmeda, junto a otras formas no consagradas, y esperar a que se corrompieran. Pero 24 de ellas, de las entregadas por el ladrón, no lo hicieron. Pasaron unos años de análisis de dicho milagro hasta que, en 1619, fue proclamado públicamente y trasladadas las formas a la actual parroquia de Santa María, entonces una capilla del colegio de la Compañía de Jesús. Hasta 1936 permanecieron expuestas en una custodia octogonal, con tres formas por cada lado, regalo del cardenal Spínola, y dicen los estudiosos que la ciudad de Alcalá se vio en repetidas ocasiones liberada de sequías o inundaciones tras una intensa oración ante dicha custodia. Cuenta Manuel Vicente Sánchez Moltó, investigador de la historia de la ciudad en una guía sobre el patrimonio de Alcalá, que «la custodia y las formas fueron ocultadas unos días antes del inicio de la Guerra Civil. Muertas durante la contienda las tres únicas personas que conocían su ubicación, a día de hoy se desconoce su paradero». Y, de hecho, no ha cesado su búsqueda.
La capilla de las Santas Formas fue construida en 1687 para darles culto. Con planta de cruz griega y decoración barroca, su cúpula contiene el mejor conjunto de pinturas al fresco de toda la ciudad, obra de Juan Vicente de Ribera, datadas de 1699 y que presentan diversas alegorías del milagro. José Luis González, arquitecto de la diócesis de Alcalá de Henares y encargado de la restauración de la capilla en el año 2012, asegura que dicho trabajo «ha permitido la recuperación de unos de los elementos más importantes de la arquitectura barroca madrileña, que parecía relegada al olvido, sufría graves daños estructurales y era totalmente desconocida para los ciudadanos». Se realizó en dos fases; la primera, «extremadamente compleja, de análisis y de consolidación estructural, permitió recuperar al exterior su imagen urbana. La segunda, de restauración interior, permitió recuperar además sus pinturas murales», que hacen referencia a la Eucaristía de diversos modos. «Alcalá era una ciudad universitaria, un foco importante del conocimiento de la teología y la antigüedad clásica, y cada gajo de esas pinturas alberga símbolos reconocibles de dicho conocimiento». Cuenta el arquitecto que la capilla había perdido la luz, porque estaban tabicadas las ventanas; «era un espacio oscuro que casi se utilizaba como trastero». Recuerda que de niño iba a ver allí, en dicho espacio, un «belén extraordinario que montaba un sacerdote, pero no nos fijábamos en el contexto». Gracias a la reconstrucción, el obispo emérito Juan Antonio Reig Plá constató que sería un lugar idóneo para poner en marcha una capilla de adoración perpetua. «Qué lugar más adecuado que este, que fue creado para conmemorar todo lo referente a la Eucaristía. Es el único espacio patrimonial de la ciudad que está abierto 24 horas los 365 días del año y cualquiera que quiera venir de día o de noche puede verlo. Es un auténtico lujo», asegura González. En la actualidad, en el retablo barroco se sitúa una copia de la antigua custodia y se veneran 24 formas consagradas.
La capilla forma parte de la iglesia de la Compañía de Jesús, actual parroquia de Santa María, construida bajo el patronazgo de Catalina de Mendoza y Mendoza según planos del arquitecto Bartolomé de Bustamante entre 1602 y 1625. De la fachada de piedra destacan los pináculos estilizados en los extremos, la columnata y las estatuas de san Pedro y san Pablo en las hornacinas del primer cuerpo y las de san Ignacio y san Francisco Javier del superior, esculpidas por el portugués Manuel de Pereira en 1624.
La iglesia está inspirada en la del Gesú de Roma, realizada por Vignola y Della Porta. Es de planta de cruz latina, con capillas laterales intercomunicadas y una gran cúpula en el crucero.