La Capilla del Obispo
En la madrileña plaza de la Paja se esconde la capilla de Santa María y San Juan de Letrán, conocida como la Capilla del Obispo. Su imagen palaciega la preservó de los bombardeos en la guerra civil que afectaron tristemente a la entonces fabulosa iglesia de San Andrés. Una vez que accedemos a la capilla contemplamos un extraordinario retablo plateresco realizado por Francisco de Girarte y policromado por Juan Vilordo el Mozo, y unos cenotafios que nos trasladan a la catedral de Plasencia o, cruzando nuestras fronteras, a las tierras italianas.
La historia de la capilla es compleja. A principios del siglo XVI don Francisco de Vargas, descendiente de la familia Vargas, solicitó permiso al Papa León X para llevar a cabo la construcción de un templo para dar culto a san Isidro, y aunque recibió dicho permiso, falleció tras el comienzo de la obra. Don Gutierre Carvajal y Vargas, hijo de don Francisco y obispo de Plasencia, que había alterado el orden de sus apellidos, continuó la obra de su padre. Nombró un Cabildo de capellanes para los actos litúrgicos y creó un coro de niños para que cantasen en ellos. Pronto comenzaron los desacuerdos con el párroco de San Andrés, que temía perder el cuerpo de san Isidro que se encontraba en su parroquia y era un lugar de gran devoción popular. Las disputas llevaron al cardenal Tavera, obispo de Toledo, a proponer una solución salomónica: el cuerpo quedaría situado entre ambos templos y estos estarían comunicados entre sí; pero su propuesta no se llevó a cabo. El cuerpo de san Isidro quedó en San Andrés y don Gutierre transformó la capilla en un panteón funerario familiar trayendo los restos de sus padres y preparando su enterramiento.
A comienzos del siglo XX se realizaron mejoras y tras la guerra civil ocasionalmente se utilizó como parroquia de San Andrés. En 1980 la duquesa de Alba, propietaria de la capilla, la donó al Arzobispado, quien acometió una restauración con la colaboración de la Comunidad de Madrid. En el año 2010 volvió a abrirse al público y allí se establecieron la Hermanitas del Cordero, una comunidad de origen francés que se encarga del culto, la apertura y cierre del templo. Desde el año 2011, el Museo de la Catedral de la Almudena realiza visitas guiadas a la capilla los martes y jueves que deben reservarse con antelación.