La Cañada Real sigue sin luz: «Bebemos el agua caliente»
Sin energía eléctrica desde hace 10 meses, cada cambio de estación trae sus propias complicaciones a los vecinos
La última vez que me encontré con Rocío era invierno, hacía frío y en la estufa ardían los únicos tableros que daban algo de calor a la sencilla construcción que ellos mismos habían construido con sus manos. La conocí en una ruta por la Cañada Real organizada por la Fundación Madrina para entregar estufas, bombonas o pañales a familias de la zona.
Ahora no hace falta la lumbre. Estamos a finales de agosto y hace calor. En estas circunstancias, los diez meses que los vecinos del sector 5 y 6 de la Cañada Real llevan sin luz afecta, principalmente, a la conservación de los alimentos. «La nevera no funciona y con el calor que hace las cosas se estropean enseguida», dice Rocío desde una silla en la que guarda reposo después de varias operaciones de las que casi no sale. «He estado 20 días en la UCI», afirma mientras nos enseña las marcas recientes de la intervención.
Sin luz, Jesús, Rocío y sus cuatro hijos han tenido que renunciar a los servicios de un ventilador con los que poder mitigar la ola de calor que abrasa España estos días o a poder beber un vaso de agua fría. «La bebemos caliente», aclaran.
La alimentación es el principal quebradero de cabeza de esta familia. Consiguen lo básico para sobrevivir gracias a la chatarra. Precisamente, cuando llego a la vivienda está Jesús –el marido de Rocío– cargando unos enseres en el camión. «Son unas camas y algunas sillas», me aclara al mismo tiempo que me extiende una tarjeta con su nombre, su teléfono y su profesión: «CHATARRERO. Jesus Perez.659 507 292. Todo tipo de Chatarra, se limpian talleres!!! PORTES ECONOMICOS», se lee.
Más allá de la alimentación, a las familias de la Cañada Real les vuelve la preocupación por la vuelta al colegio. Ya el curso pasado hubo problemas con la higiene de los niños. Sin lavadora no se puede lavar bien la ropa y con el frío extremo se hace muy complicado duchar a los pequeños, por lo que huelen mal y no quieren ir al colegio.
En estas circunstancias, y con el enfrentamiento entre instituciones vivido esta semana que augura un enquistamiento del problema, Rocío y Jesús han perdido la esperanza en que se restablezca el suministro eléctrico a corto plazo y la única solución que ven es el realojo. El problema es que «llevamos un año y medio solicitándolo y nadie nos dice nada», se lamentan.