La beata argentina y jesuita del Papa - Alfa y Omega

La beata argentina y jesuita del Papa

La bandera argentina lleva por ella el sol de 32 rayos flamígeros y rectos alternados. El mismo sol es símbolo de la Compañía de Jesús y está presente en el blasón pontificio de Francisco. Mama Antula (1730-1799) será beatificada el 27 de agosto en Santiago del Estero

Lucas Schaerer
Mama Antula. Foto: mamaantulafundacion.blogspot.com.es

María Antonia de Paz y Figueroa fue la continuadora en Argentina del legado de san Ignacio de Loyola tras la expulsión de los jesuitas de América Latina. Es conocida por los pobres como Mama Antula, un nombre quechua. Santiago del Estero se llama la localidad donde nace en el año 1730. A los 15 años, la próxima beata adopta el hábito de los jesuitas. Aunque su peregrinaje por la dignidad y justicia con los humildes, los excluidos y esclavizados comienza con fuerza en el año 1767 tras la partida obligada de los seguidores de san Ignacio de Loyola.

Benedicto XVI la declaró venerable en el año 2010 y Francisco aprobó el 4 de marzo un milagro atribuido a su intercesión. Bergoglio anhela una santa argentina y jesuita para que, en lo más alto de las figuras de la Iglesia universal, se sigan expresando los valores de la libertad e igualdad que fueron vividos con pasión en las reducciones jesuíticas.

Desde Buenos Aires se viene promocionando la vida de Mama Antula. Gustavo Vera, titular de la organización contra la trata de personas La Alameda y diputado porteño del partido Bien Común, ha impulsado una edición gratuita de La peregrina de los esteros, biografía escrita por la periodista Cintia D. Suárez. Vera relaciona a Mama Antula con «los jesuitas que hicieron un trabajo de encuentro con los pueblos originarios, productivo, cultural, y liberación de las formas de servidumbre conocidas como la mita y yanaconazgo que significaron muchas formas de sometimiento y atropello a los indígenas, y así instauraron la jornada de trabajo, el Catecismo en lenguaje originario y toda esta religiosidad popular que después se fue instalando en otros países latinoamericanos».

Estas palabras fueron oídas por el obispo argentino con más años en el Vaticano, Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias, quien sostiene que «todas las religiones debemos defender la dignidad y la libertad humana como nos enseña María Antonia».

Una libertadora

La fe de Mama Antula fe le dio fuerzas para recorrer a pie y descalza la desolada Argentina con miles de kilómetros de extensión entre provincia y provincia hasta llegar a Buenos Aires, donde se instala. Al año, convence al virrey de practicar públicamente los ejercicios espirituales y construir la casa de ejercicios que aún hoy sigue en pie.

El furor por los ejercicios ignacianos en los comienzos del Estado argentino llevó a varios de sus patriotas a participar de los ejercicios espirituales organizados por ella. La influencia jesuita fue tal que la bandera de la República Argentina lleva el sol de 32 rayos flamígeros y rectos alternados. El mismo sol es símbolo de la Compañía de Jesús y está presente en el blasón pontificio de Francisco.

Pocos recuerdan que el llamado libertador de América, José de San Martín, nace en una misión jesuítica. Años más tarde San Martín toma la influencia militar de las reducciones jesuíticas para crear el primer Ejército independentista liberando Argentina y Chile del imperio español.

«María Antonia es la primera que lucha por los derechos humanos en la Argentina. Gracias a sus valores se gesta lo que hoy es nuestro país, porque por la Santa Casa pasaron todos los miembros de la Junta de Mayo», asegura en su biografía Cintia Suárez.

Tampoco es casualidad que el santo del trabajo en Argentina esté ligado a Mama Antula. En su empresa evangelizadora, ella adopta al «santo de la providencia, patrono del pan y el trabajo», que reconoce en san Cayetano de Thiene, para lo cual hace tallar por los guaraníes de las misiones jesuíticas una réplica de este santo, que en la Argentina moderna es venerado por miles de personas, especialmente en los momentos de crisis laboral y social, cada 7 de agosto en un santuario ubicado en la periferia de la Ciudad de Buenos Aires.

Ahora, «la intención del Papa es que Mama Antula sea la abanderada de la lucha en contra de la esclavitud moderna en el mundo», lacra que sufren unos 40 millones de personas, afirma Gustavo Vera, quien cuenta que, en una visita al Vaticano por un encuentro sobre la trata y el narcotráfico, conversando con Francisco sobre las misiones jesuíticas, el Pontífice sacó a relucir el trabajo de esta mujer.

Desde la Universidad Católica Argentina (UCA), su titular, el arzobispo Víctor Manuel Fernández, también ha editado un libro sobre María Antonia Paz y Figueroa. «Un día, almorzando en la casa Santa Marta, se hablaba sobre Mama Antula, y le escuché decir al Papa con mucha convicción: “Ojo que esa mujer vale oro”. Más adelante vi un escrito del sabio padre Rafael Tello, donde la menciona como uno de los más grandes ejemplos de pastoral popular. Entonces empecé a sospechar que era una joya preciosa que valía la pena descubrir», explica el arzobispo al inicio de su libro Nuestra Mama Antula. Caminante del Espíritu.