La basílica de la caridad en la Ciudad Eterna
El cardenal Osoro toma este sábado posesión de Santa María en Trastévere, una de las iglesias más emblemáticas de Roma y la primera dedicada a la Virgen María
Es una de las basílicas más hermosas de la Ciudad Eterna, si no la que más, pero no es solo eso. A una espectacular riqueza artística en la que recrearse se une una vigorosísima vida parroquial que anima el corazón histórico de Roma. Es la basílica de Santa María en Trastévere, cuya sede titular adjudicó el Papa Francisco al cardenal Carlos Osoro. Este sábado a las 20 horas será la ceremonia en la que el purpurado tomará posesión y pasará a formar parte de esta comunidad, uno de los pulmones espirituales de la ciudad.
Marco Gnavi, su párroco desde hace siete años, nos atiende unos minutos en medio de su frenética a la par que cotidiana actividad para explicar a este semanario que espera que el cardenal Osoro «se sienta como en casa en Santa María en Trastévere porque sabemos que él ama la Palabra de Dios y a los pobres, y aquí la Palabra de Dios y las personas pobres son las que merecen el mayor de los respetos». Esto es así en gran medida por el espíritu que emana de la ingente obra de la comunidad de Sant’Egidio. Es entre las paredes de esta centenaria basílica donde se gesta la prolífica actividad de esta comunidad, que nació a unos pocos metros de aquí. Es otra de las razones por las que el párroco de Santa María en Trastévere habla de sintonía entre don Carlos y la comunidad: «Sentimos una gran alegría y una gran simpatía hacia el cardenal. Todos hemos vivido como un regalo el hecho de que el título sea dado al arzobispo de Madrid, una diócesis que nos es cercana también porque está la Comunidad de Sant’Egidio».
La atención espiritual y material a las personas sin hogar es uno de los pilares en los que se sustenta la vida parroquial. «En Santa Maria es difícil escuchar la Palabra de Dios sin amar a los pobres o amar a los pobres sin nutrirse de la Palabra de Dios», explica don Marco. Uno de los momentos más emotivos del año en esta basílica es el recuerdo a las personas sin hogar. Cada marzo se celebra una Misa en memoria de Modesta Valenti, una anciana que vivía en la estación de Termini, donde murió sin atención médica. La ambulancia no quiso llevársela porque estaba sucia. En la ceremonia se reza por todos aquellos que no tienen techo y a veces mueren solos en la calle. «Ricos y pobres vivimos juntos esta liturgia, se caen las barreras y viene restituido el rostro de los pobres», resume el párroco. La ceremonia se repite en varias ciudades de todo el mundo. También en Madrid, donde el cardenal Osoro presidió esta Eucaristía en 2015.
Que todos caben en Santa María es algo que queda demostrado con los invitados a la mesa navideña que cada año pone la Comunidad de Sant’Egidio para sus amigos. Por ejemplo, en la última participó Dawood, un joven refugiado musulmán de Afganistán que ahora trabaja como mediador cultural; o Annamaria, con una discapacidad intelectual, que ha encontrado en los talleres de arte de Sant’Egidio un modo para superar sus miedos y su soledad. Desde 1982 la basílica acoge este almuerzo el día de Navidad. La iniciativa tiene eco en 70 países, entre ellos España.
Don Marco asegura que la comunidad parroquial y el cardenal Osoro están ya unidos, porque comparten lo esencial: «El mismo amor por las periferias, el mismo amor por el Evangelio, por la humanidad herida que el Papa nos pide amar con generosidad. Espero que el cardenal por su personalidad, por su simpatía, por su amor por las periferias nos dé un nuevo impulso y nos confirme en este camino que le es cercano».
De hecho, el cardenal Osoro conocerá el domingo varias iniciativas de Sant’Egidio. Visitará la basílica de San Bartolomé en la Isla Tiberina, santuario de los nuevos mártires de los siglos XX y XXI; un centro para extranjeros de la mano de Daniela Pompei, responsable de los corredores humanitarios de la comunidad, y una casa-hogar para enfermos terminales.
Fundada por un esclavo
El popular barrio de Trastévere no sería el mismo sin su basílica, cuya historia se puede remontar incluso al siglo I antes de Cristo. Cuenta la tradición que en el año 38 antes de Cristo emanó de la tierra una fuente de aceite, la llamada Fons Olei, un signo que los judíos interpretaron como la llegada del Ungido. Hoy en día este lugar sigue indicado en el presbiterio del templo. Sin embargo, la basílica nace como tal en el siglo III de la mano del Papa mártir esclavo de los romanos, san Calisto. La tradición asegura que, después de ser arrestado por orden del emperador Alejandro y torturado en prisión, fue apaleado y tirado a un pozo con una piedra colgando de su cuello.
El fundador de Santa María en Trastévere fue además un Papa que readmitió en la Iglesia a muchos pecadores arrepentidos, recibió con los brazos abiertos a aquellos hijos pródigos que quisieron regresar. Esa misericordia que ponía en práctica el fundador de la basílica se prolonga hoy en día en la caridad de un templo con las puertas abiertas, en sentido literal y figurado. Porque la basílica abre a diario a las 7:30 horas y cierra a las 21:15. «Creo que Santa Maria in Trastevere trata de vivir lo que dice el Papa Francisco en la Evangelii gaudium, una Iglesia en salida», asegura Gnavi. Son varias Misas diarias, confesión y actividades caritativas las que se desarrollan en su interior con enorme vitalidad. Cada día a las 8:30 horas cientos de personas se congregan para la oración que dirige la Comunidad de Sant’Egidio. Solo durante el Jubileo de la Misericordia participaron más de 91.000 personas.
Espacio de ecumenismo por excelencia
Santa María en Trastévere es una basílica de puertas abiertas, no solo por su horario sino también porque es la casa para cristianos de otras confesiones, un espacio de ecumenismo en uno de los barrios más típicos de Roma. Por ejemplo, cuando la Pascua católica y la ortodoxa coinciden, hay un día de lectura compartida del Evangelio. También ha acogido las visitas del patriarca ecuménico Bartolomé o del arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia de Inglaterra Justin Welby.
Entre sus múltiples actividades no se descuida la catequesis, ni la de los más pequeños ni la de los mayores. Hay varios grupos para niños y jóvenes; para personas con discapacidad, que además son las encargadas de preparar la Misa de 11:30 horas del domingo; para personas sin hogar, y para ancianos. Son las personas mayores las que preparan los bocadillos y paquetes para los sin techo que después distribuyen los más jóvenes por las calles de Roma. En la basílica intentan fomentar el contacto entre ancianos y jóvenes, tal y como recomienda el Papa Francisco.
Santa María en Trastévere es la primera iglesia consagrada a la Madre de Dios, en el siglo VI. Es el lugar de culto más antiguo de Roma, y ha pasado por no pocas vicisitudes. Por eso, ha sido sometida a continuas reconstrucciones desde el siglo XII hasta el XVIII. Toda la basílica está decorada con alusiones a la Virgen. Es muy similar a Santa María la Mayor pero de menores dimensiones, aunque no menos impresionante, desde el techo –con su maravilloso artesonado, en cuyo centro aparece una Asunción– hasta el suelo, cubierto también con mosaicos. Precisamente por eso es famosa la basílica, por sus mosaicos del siglo XIII. En el del ábside está representada la Virgen María junto a Cristo, sentados los dos en el mismo trono. Es casi un abrazo entre Madre e Hijo. En el exterior, otro gran mosaico presenta a María entronizada junto a diez mujeres con lámparas. Una belleza monumental que se corresponde con la belleza de la obra evangélica que brota de Santa María en Trastévere.
Impregnada del espíritu scout
Además contribuye al espíritu de Santa María un nutrido grupo de scouts como Silvia, una de las jefas. Ella ha crecido en Trastévere, y ha recibido en la parroquia los sacramentos. Los scouts ayudan también los domingos a preparar la Misa: «Los jóvenes sienten que la basílica es un punto de encuentro, no solo para rezar, sino también para compartir experiencias e incluso estudiar allí en lugar de ir a la biblioteca». Silvia, universitaria de 25 años, define lo que para muchos jóvenes como ella supone este templo: «Es un lugar para estar juntos y crecer. Para mí es una segunda casa. La educación que me han dado mis padres es fundamental pero creo que sin Santa María no sería la que soy. Gracias a Santa María soy mejor de como sería. Me alejé de la basílica durante tres años y sentí que me faltaba mi casa».
Son los más jóvenes en su mayoría los que cada noche abarrotan las angostas calles del popular barrio de Trastévere. Es quizá esta masiva afluencia de romanos de las periferias y de miles de turistas la que ha hecho que la zona pierda un poco de su identidad. «El contacto humano que ofrece la basílica hace que el barrio recuerde lo que es», sostiene don Marco. La oferta de caridad y Evangelio que propone Santa María es algo que no cambia ni con los años, ni con las modas. Por eso, asegura su párroco, «la ciudad siente a la basílica como un corazón materno».