La ayuda de la Jornada Mundial de los Pobres se extiende a las familias
Paquetes familiares de productos básicos y mascarillas para niños y jóvenes en las periferias de Roma son, junto a la clínica móvil de la plaza de San Pedro, los signos concretos de una cita marcada por la pandemia
La pandemia de COVID-19 no impedirá que la Jornada Mundial de los Pobres se celebre en el Vaticano con signos concretos de cercanía a quienes sufren las consecuencias de la pandemia. Si bien las restricciones han impedido instalar el campamento médico en la plaza de San Pedro, bajo la columnata está instalada una clínica móvil que permanece abierta toda la mañana y que este año ofrece también la prueba del coronavirus. Los 50 tests que se han hecho en dos semanas han permitido a los pobres que han acudido a este lugar disponer de un certificado que les permite acceder a dormitorios y albergues, y también volver si así lo desean a sus países de origen.
Pero la ayuda no se ha limitado a quienes se encuentran en una situación más extrema. En una iniciativa novedosa respecto a otros años, en el contexto de la jornada se ha ampliado el ámbito de acción de las medidas para llegar también, por ejemplo, a familias afectadas por la crisis. Gracias a la colaboración de la organización Roma Cares y de la red de supermercados Elite, 5.000 familias en dificultad de 60 parroquias de Roma están recibiendo paquetes de productos de primera necesidad como alimentos, mascarillas quirúrgicas y una estampa con una oración del Papa Francisco.
La crisis ha ampliado la solidaridad
«El envasado y la distribución de estos paquetes fue posible gracias al trabajo de un grupo de 20 jóvenes que actualmente están a la espera de un empleo», explicó monseñor Rino Fisichella este jueves, durante la presentación en rueda de prensa de la cuarta edición de la Jornada Mundial de los Pobres.
Se demuestra así que la crisis «no ha disminuido la generosidad de algunos benefactores; al contrario, la ha ampliado y la ha hecho más eficaz». Pero hay muchos más ejemplos, como el de una fábrica de pasta, La Molisana, que ha entregado 2,5 toneladas a distintos hogares y entidades caritativas.
O también el de los seguros UnipolSai, que han enviado 350.000 mascarillas para 15.000 estudiantes de distintas edades de la zona metropolitana de la ciudad. Con ellas, se quiere «al menos liberar a las familias del gasto», al tiempo que se invita a los jóvenes «para que no subestimen los riesgos de la pandemia» con comportamientos que pueden poner en peligro a sus parientes de más edad.
Acción desde la oración
«Aunque limitada», ha reconocido Fisichella, la jornada sigue siendo «una cita a la que las diócesis del mundo miran para mantener vivo el sentido de atención y fraternidad hacia las personas más marginadas y desfavorecidas». Pero no debe ser, ha matizado, un momento solo para poner en marcha iniciativas caritativas. Estas deben ser «sostenidas por la oración personal y comunitaria, que nunca puede faltar para que el testimonio sea pleno y eficaz».
El momento central de la jornada será, por tanto, la Misa que se celebrará a las 10:00 horas en la basílica de San Pedro. En la liturgia estarán presentes y participarán 100 personas en representación de todos los pobres del mundo; así como miembros de grupos de voluntarios y benefactores. Para el resto de fieles, la celebración se transmitirá por la televisión pública italiana Rai1, la televisión de la Conferencia Episcopal Italiana, TV2000. El Dicasterio para la Comunicación, que ofrecerá la señal a televisiones católicas de todo el mundo.
«Somos los primeros amados»
El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización ha aludido también, en este sentido, al mensaje del Papa que se hizo público en junio. Con el título Tiende la mano al pobre, enfatiza «visionariamente» la emergencia de la pandemia de COVID-19, por lo que puede «ayudar a comprender las iniciativas implementadas» a favor de los sin techo pero también de las cada vez más familias que están en dificultades.
Fisichella ha citado, por ejemplo, una frase del Eclesiástico: «En todas tus acciones, ten presente tu final». «Acordarse de nuestro destino común» y del final de nuestra existencia, ha explicado, «puede ayudarnos a llevar una vida más atenta a quien es más pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros». Pero además, ha añadido que «el fin de nuestra vida requiere un proyecto a realizar», cuya meta «no puede ser otra que el amor… Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor».