«La asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas no es un capricho, es una necesidad»
«El derecho a la asistencia religiosa a los miembros de las Fuerzas Armadas es un derecho en un país libre. No es un capricho, es una necesidad», afirma Serafín Cabrera, director de la unidad europea de la Alianza evangélica internacional de capellanes militares, que acaba de organizar este fin de semana, en el Valle de los Caídos (San Lorenzo de El Escorial), el primer congreso europeo de capellanes voluntarios de las Iglesias de la Reforma.
Al congreso han asistido 25 capellanes evangélicos de Estados Unidos y de América latina, además de Francia, Italia y Bélgica, en los que la presencia de capellanías militares está absolutamente normalizada como un derecho reconocido; también acudieron agregados militares de diversas embajadas en España, diplomáticos, varios ministros evangélicos y el vicario castrense del Ejército de Tierra y de la Guardia Civil.
Cabrera es además capellán evangélico en la base militar de El Goloso, al norte de Madrid, donde atiende a cerca de una veintena de soldados de su confesión. Según datos del Ministerio de Justicia, en España hay cerca de un millón y medio de evangélicos, la mayoría procedentes de la inmigración de países de América Latina, y el derecho a recibir asistencia religiosa propia en el seno de las Fuerzas Armadas españolas se formalizó en el acuerdo del Estado con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) de 1992. La Comisión Islámica alcanzó un acuerdo similar la misma fecha y el actualidad cuenta con 16 imanes en el Ejército; la Federación de Comunidades Judías de España también tiene suscrito un acuerdo, pero no tiene ningún capellán debido al escaso número de judíos en el Ejército. Estos acuerdos permiten la entrada y salida de ministros de culto autorizados, mientras que el capellán castrense católico tiene dedicación exclusiva.
Este capellán es uno de los cuatro con los que cuenta FEREDE en diversas bases militares españolas –los otros cuatro están en Almería, Córdoba y Extremadura–. «Nosotros suplimos una necesidad que existe, ¿Cómo no vamos a cubrirla? Además hacemos nuestro trabajo en el marco de la Constitución española», afirma Cabrera, quien pone como ejemplo a los soldados a los que asiste en la división acorazada con base en El Goloso: «Son militares cristianos, hombres de fe que creen en Cristo y tienen su tiempo de oración en su vida diaria, leyendo las Escrituras, como una necesidad que es tan importante como el comer».
Estos hombres y mujeres que han jurado dar la vida por España «han estado en misiones, han visto cosas y han vivido situaciones desagradables, siempre con la muerte a un paso… Por eso muchas veces vienen a pedirnos ayuda; ello nos cuentan y nosotros les aconsejamos, los animamos a seguir con su vida y recordamos que hay un Dios nos ama y que nos quiere. Y todo eso les ayuda a ser más eficaces en el servicio de España, porque todos necesitamos unos principios espirituales para poder vivir. Nosotros les animamos a obedecer en su trabajo, a amar lo que hacen, a ser mejores, a dar testimonio a sus compañeros, a esforzarse y a cumplir con la disciplina», asegura el capellán.
En su capellanía acoge a los soldados que solicitan su asistencia religiosa por el conducto reglamentario y también organiza reuniones conjuntas: «Tenemos un tiempo de oración, de formación evangélica, escuchamos las necesidades del militar, y a veces también realizamos algún tipo de asistencia a sus familiares. No es solo rezar, sino que también realizamos un apoyo moral y espiritual que incluye a la familia. Los ayudamos como podemos, les animamos a obedecer, o les damos consejos a nivel espiritual e incluso moral».
«Evangélicos y católicos compartimos misión»
En esta tarea, los capellanes evangélicos comparten sus inquietudes con los pater católicos: «Tenemos muy buena relación y colaboramos juntos. La sociedad española ha cambiado mucho y hay una profunda crisis moral, y por eso nos maravilla que haya todavía jóvenes con tanta hambre y sed de Dios».
Evangélicos y católicos «compartimos misión. Ellos se han dado cuenta de que nosotros también llevamos la fe a estos hombres y mujeres. Aunque hay cuestiones doctrinales que no tocamos por respeto, nos queremos y trabajamos juntos. Yo como muchas veces con los capellanes católicos, tenemos una buena relación, muy cordial, con mucha comunicación. Hablamos de nuestra fe y de los problemas que nos encontramos en nuestro trabajo. Al final, lo que une a todos los cristianos es Cristo».