Kiko Argüello: «De Foucauld me dio la fórmula para vivir como un pobre en medio de los pobres»
Gracias a la inspiración del futuro santo, el iniciador del Camino Neocatecumenal se fue a las barracas «a vivir entre los pobres», sin hacer ninguna cosa especial más que «compartir su realidad»
La canonización del beato Carlos de Foucauld es «una buena noticia para toda la Iglesia y, especialmente, para el Camino Neocatecumenal», aseguran desde la realidad eclesial.
El encuentro entre Kiko Argüello y Carlos de Foucauld se produjo «de modo providencial en el verano de 1960». Cuando estudiaba Bellas Artes, un teólogo dominico, el padre Aguilar, consiguió una beca de la Fundación Juan March e invitó a tres jóvenes, entre ellos Argüello, a realizar un viaje por Europa para conocer la relación entre el arte protestante y el arte católico.
Como preparación del viaje, el padre Aguilar llevó a Kiko a un retiro en el desierto de Los Monegros, donde se encontraban los Pequeños Hermanos de Carlos de Foucauld. Allí conoció al padre Voillaume, fundador de los pequeños hermanos, y leyó la vida de Foucauld, «quedando fascinado, sobre todo, del descubrimiento de la vida oculta de Jesús y de la Familia de Nazaret».
Años más tarde, en 1964, «convencido de que Jesucristo se identifica con los pobres, Kiko se fue a vivir a las barracas de Palomeras Altas, siguiendo las huellas de Carlos de Foucauld, haciendo presente la vida oculta de Jesús en Nazaret». Quería como él, «vivir a los pies de Cristo crucificado; quería vivir una espiritualidad monacal, silenciosa, de contemplación al misterio del sufrimiento de los hombres, a la cruz visible en tantos inocentes».
Cuenta el mismo Kiko que no fue allí «para enseñar a leer y escribir a aquella gente, ni para hacer asistencia social; ni siquiera para predicar el Evangelio. Me fui allí para ponerme al lado de Jesucristo». «Carlos de Foucauld me dio la fórmula para vivir en medio de los pobres como un pobre, silenciosamente, […] sin pedir nada a nadie y sin hacer ninguna cosa especial. Jamás pensé montar una escuela o un dispensario o algo por el estilo. Solo quería estar entre ellos, compartiendo su realidad».
De Foucauld fue un apasionado de la presencia de Cristo en la Eucaristía. En 1900, durante su estancia en Israel, quiso construir un altar en el monte de las Bienaventuranzas, donde se celebrara la Misa cada día y estuviera presente el Señor, día y noche. «Intentó comprar el lugar con ayuda de su familia, pero le engañaron y abandonó el proyecto», explican desde el Camino Neocatecumenal. Pero su sueño se hizo realidad durante la octava de la Pascua de 2008, cuando, en la parte superior del monte, durante una convivencia de Kiko y Carmen con cardenales y obispos, el entonces patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah, bendijo e inauguró una capilla para la adoración perpetua del Santísimo Sacramento. «Sobre el techo se colocó el conjunto escultórico realizado por Kiko Argüello, que representa a Jesús y a los doce apóstoles durante la proclamación del Sermón de la Montaña. El sueño de Carlos de Foucauld se sella con la misión evangelizadora de la Iglesia».