Kike Figaredo: «En el Sínodo se dicen cosas preciosas pero necesitamos acción» - Alfa y Omega

Kike Figaredo: «En el Sínodo se dicen cosas preciosas pero necesitamos acción»

El obispo jesuita de Battambang (Camboya) ha narrado en la Universidad Pontificia Comillas los avances para desminar el país

Rodrigo Moreno Quicios
Kike Figaredo con niños con discapacidad en Camboya. Foto: Sauce ONG

El obispo de la diócesis camboyana de Battambang, Kike Figaredo, ha arrancado su charla este miércoles en la Universidad Pontificia Comillas con una reflexión sobre su reciente paso el Aula Pablo VI del Vaticano. «Vengo de estar un mes en el Sínodo. Se dicen cosas preciosas, pero necesitamos algo de acción». De vuelta en España, ha relatado su trabajo en Camboya, donde lleva más de 40 años lidiando con los estragos de las minas antipersona.

Figaredo ha relatado cómo, en nombre de los discapacitados de Camboya, obsequió a Francisco durante su estancia en Roma con una silla de ruedas Mekong, esto es, hecha a mano a partir de madera local. «El Papa estaba encantado de recibirla, aunque le queda un poco grande», bromeó.

Durante su intervención en la jornada Hacia un mundo más seguro: Comprendiendo los efectos de los conflictos armados, el jesuita ha denunciado que «Camboya fue un laboratorio de guerra contra el comunismo: cayeron más bombas allí que en la Segunda Guerra Mundial». Ha recordado que, hasta 1998 «todos plantaron minas». Llegando a un extremo en el que «en Camboya había más minas que personas». Ahora, aunque los accidentes han descendido de 15 diarios a 100 anuales, todavía queda mucho por hacer. Una de las formas en las que se siguen retirando minas es curiosa: «Los perros, y sobre todo las ratas, son buenísimos encontrando minas y el otro día asistimos a la graduación de una rata que había quitado más de 1.000».

«En lugares de conflicto las víctimas no han tenido opción, las minas siguen allí plantadas, sin mapas», ha lamentado. Por ello, ha llamado a «dar voz a los que sufren». El obispo ha enfatizado la misión de la Iglesia en el apoyo a las víctimas. A su juicio, «debe llevar la fe de Jesús y trabajar por un mundo en el que todos seamos hermanos». Y ha sentenciado que «en la guerra, todos somos perdedores. En la paz, debemos aprender a construir mejor».