No somos muchos. Tampoco los mejores. Ni los más listos. Ni somos ilusos o astutos. Pero estamos aquí. Cada uno de los misioneros de la diócesis de Argel llegó al país por razones y motivos diferentes: un nombramiento, a veces no deseado al principio; una elección personal; una sustitución que ya dura años o una experiencia pastoral precedente. Cada uno intenta con sus talentos (¡y defectos!) insertarse en la Iglesia y en la sociedad. Y las reuniones que regularmente tenemos, entre miembros de todas las congregaciones, intentan ser una ocasión para alentarnos, encontrar juntos respuestas a los nuevos desafíos y crecer en el apego a Jesús, que nos envió aquí.
En el último encuentro nos preguntábamos cómo afrontar la llegada de numerosos estudiantes africanos a ciudades donde no hay presencia cristiana. Otro tema fue la cuestión del papel cada vez mayor del inglés y cómo la Iglesia, mayoritariamente francófona, puede responder en un futuro cercano. Hay comunidades alejadas de las grandes ciudades que no tienen acceso a la Eucaristía, mientras en algunas parroquias varios sacerdotes concelebran. La formación cristiana debe integrar los progresos de internet, pero ¿cómo? La gente en la vida cotidiana habla árabe dialectal o bereber, las propuestas de cursos intensivos deben ser evaluadas. Tras la disolución de Cáritas Argelia por las autoridades civiles, tenemos que encontrar las vías de ejercer la caridad y solicitud hacia los pobres. Una sociedad que va envejeciendo necesitará formas de atención a los más mayores, especialmente los que viven solos o están enfermos. La catequesis de adultos debe tener en cuenta nuestra condición de minoría. ¿Deberíamos tener una sola celebración con todos los cristianos, favoreciendo así la unidad, o debemos crear numerosos grupos, lingüísticos o nacionales, para una mejor asimilación?
Ya veis que no faltan temas ni situaciones en las que desplegar los dones que Dios da. Por eso, originarios de 25 países diferentes, nos gusta reunirnos para aprender unos de otros, luchar contra el abatimiento y recordarnos unos a otros aquellas palabras de Jesús, que parece que dijo pensando en nuestra situación de minoría: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Así que, con Él, somos uno más.