Julia Almansa: «Es importante que los sacerdotes digan que la violencia es inadmisible»

¿Qué contiene la guía que publican?
Lo que es violencia de género y lo que no y a distinguir los diferentes tipos; las herramientas para poder abordarla, los recursos para ayudar a las víctimas. Estamos acostumbrados a que sea solo física pero puede ser psicológica, emocional o económica. También se identificará gracias a ella cómo es un ciclo de violencia y qué pasa para que una mujer permanezca en él. Nos va a permitir conocer el impacto que se genera tanto en las mujeres como en los menores. Nos va a dar elementos para reconocer qué síntomas pueden llevar a pensar que una mujer sufre esto. Y vamos a desmentir algunas creencias equívocas que nos hacen confundirnos. Por ejemplo, que los agresores lo son porque consumen, están estresados o enfermos. Vamos a ir desgranando esos mitos que hacen que se permanezca en esas situaciones. Se explican algunos casos prácticos, hay testimonios reales y permite también aplicar algunos protocolos.

¿Por qué han decidido lanzarla?
Vemos la necesidad desde la sociedad. Un 70 % de las mujeres ha sufrido violencia en algún momento. Entre las que hay en nuestras comunidades, algunas están sufriendo y tienen dificultades para narrar lo que están viviendo y que se las comprenda. Nos parece que unas parroquias que sepan escuchar ayudarán a minimizar el dolor, tomar decisiones y formar una vida sin violencia.

¿Qué herramientas tienen para que no acabe olvidada en un cajón?
Darla a conocer a todos. No va dirigida solo a los párrocos; también a la gente de pastoral y a las comunidades. Propone una metodología muy conocida: mirar, discernir y actuar. Valora cómo tenemos que entrar desde el Evangelio y nos da pautas para actuar en función de los casos. Se ha mandado invitación a todas las parroquias de Madrid a la presentación de la guía y está colgada en la página web de la archidiócesis. Nuestra intención como comisión es trabajar durante este curso para que las pastorales de jóvenes y familia la conozcan en profundidad, se pueda incorporar a las escuelas de las organizaciones de la Iglesia y todas las personas estén informadas sobre ella.

Imagino que las parroquias son uno de los pocos lugares a los que algunas mujeres tendrán permiso para ir.
Las comunidades son fundamentales para que las mujeres tengan un espacio donde socializar, hacer oración y sentirse escuchadas. Que tengan espacio para ellas es clave, que encuentren una comunidad segura, que no juzga, que escucha y que sabe identificar las dificultades para salir de la violencia.

¿Ha habido falta de sensibilidad en el pasado, por ejemplo, pidiéndoles permanecer en matrimonios violentos?
Ha sido una realidad en las predicaciones, se les ha dicho que permanezcan cuando hay menores. Pero el daño que se provoca a los menores por estar en un lugar con violencia es enorme. No son víctimas indirectas, lo son directas. Cuando se le pide a una mujer que se mantenga allí porque el matrimonio es para toda la vida, hay que hablar de que el amor no entiende de violencia. Si hay humillación, violencia sexual y económica… Eso no es es amor ni es evangélico. Es importante que desde la figura de los sacerdotes se diga que la violencia en el matrimonio es inadmisible.

¿En qué consiste la comisión diocesana que usted coordina?
Se creó en 2017 porque el cardenal Carlos Osoro se posicionó de forma inequívoca y radical cotra la violencia y fue la primera en España. La forma un grupo de mujeres cristianas, comprometidas y con diferentes profesiones. Todas asumimos responsabilidades y mi papel es animar a la participación y al trabajo.