Juguetes diferentes para un verano diferente
Los alumnos del colegio La Anunciación fabricaron durante el curso juegos para los niños que no se pueden ir de vacaciones
Un parchís y un tres en raya, aviones, un tangram, muñecas de trapo… Son juguetes que cualquiera puede fabricar en casa. O en el colegio. Así lo han hecho durante el curso los alumnos del colegio La Anunciación, en Valencia. En la clase de Alejandro, uno de los grupos de 5º de Primaria, hicieron «un coche grande juntando varias cajas y añadiendo luego papel de periódico con agua y cola para terminar de darle la forma». La de Nacho, otra de las clases de 5º, fabricó «un teatro con cartones. Y marionetas. Las caras eran de globos con papel maché, y el cuerpo de telas».
Estos juguetes no eran para ellos. Los han hecho, cuenta Nacho, para compartirlos con «niños que no van a poderse ir de vacaciones». Esto le pasa a una de cada tres familias en España. Por eso, durante estos meses muchos colegios y asociaciones organizan campamentos, y sus comedores siguen abiertos para que los alumnos puedan comer allí. «Algunos de esos chicos –sigue explicando Nacho–, para divertirse, van a Un verano diferente». Esta actividad la organizan en julio los colegios de la archidiócesis de Valencia, Cáritas y la universidad católica de esa ciudad. Este año, se han apuntado 350 niños de entre 3 y 16 años.
La Anunciación es uno de los 67 colegios diocesanos que hay en Valencia. No es uno de los seis centros que abre para la campaña Un verano diferente, pero sí colabora, explica Héctor, responsable del proyecto. Durante el año se organizan carreras solidarias, comidas, mercadillos y muchas otras cosas para conseguir dinero y que Un verano diferente no les cueste nada a las familias. Además, algunos profesores, exalumnos y alumnos mayores ayudan como voluntarios.
«Todos lo entendieron muy bien»
En La Anunciación, querían que los alumnos más jóvenes aprendieran desde pequeños que pueden hacer muchas cosas por los demás. «No podían dar mucho dinero –explica Héctor–, pero sí hacer un juguete» que se sume a los que ya tienen los colegios de Un verano diferente para sus actividades. Así nació Un juguete diferente. Diego, el director de Primaria de La Anunciación, explica que los hicieron dentro de un programa del colegio que se llama Aprendizaje y Servicio.
Se implicaron todos los alumnos de Infantil y Primaria. Los más pequeños, por ejemplo –sigue contando Diego–, «trajeron briks de leche y los pintaron para hacer un juego de construcción con piezas gigantes. También pintaron otro para tirar anillas y engancharlas. Todos, incluso los de 4 o 5 años, entendieron muy bien por qué estábamos haciendo esto».
A final de curso, con todos los juguetes, hicieron una exposición y un acto de entrega. Así, cuando el 1 de julio los niños de Un verano diferente llegaron a su colegio, estaba todo listo. «Les explicamos de dónde habían venido esos juguetes y quién los había hecho. Se quedaron muy contentos», cuenta Héctor. Los que más éxito han tenido han sido el parchís, una bicicleta que hizo un padre muy manitas, y un futbolín con cajas, palos y pinzas. Este lo hizo la clase de Zoe, también de 5º. Pero a esta niña le ha gustado tanto la idea de fabricar juguetes, que quiere hacerlo para ella misma. «Las muñecas, por ejemplo, puedes hacerlas con cualquier trapo que no te sirva, como una camiseta vieja».
Con Un juguete diferente, en el colegio La Anunciación han matado dos pájaros de un tiro: además de ayudar a otros niños, los alumnos aprendieron a pensar bien antes de tirar cosas a la basura. «Las calles están cada vez más sucias y, si reutilizamos las cosas antes de tirarlas, la basura se irá reduciendo», explica Alejandro, de 5º. Dentro de este proyecto les contaron lo que son las famosas tres R, tres palabras para acabar con los residuos: la primera es reducir, es decir, tirar menos cosas a la basura.
¿Cuánta basura produces?
En el colegio, por ejemplo, les explicaron que si las cosas tienen muchos envoltorios, al tirarlo es más basura. Y los animaron a que se fijaran en la comida que les daban en casa para el recreo. «Un bocadillo con papel albal y un zumo en briko botella son dos residuos –cuenta Zoe–. Según lleváramos cosas con un envoltorio, dos o ninguno, nos ponían en la mano pegatinas de distintos colores. Yo al principio estaba en el grupo de uno. Pero le pedí a mi madre que me comprara un tupper para llevar allí el bocadillo y no tener que envolverlo».
La segunda R es reutilizar, como hicieron al hacer juguetes con cosas viejas. Y cuando ya hemos reducido todo lo posible lo que hay que tirar, entonces viene la última R, que es reciclar: tirar cada cosa en su contenedor de reciclaje, para fabricar cosas nuevas.